¡Santo Patriarca, dignísimo esposo de la Virgen María y Padre adoptivo de Nuestro Redentor Jesús!
SAN JOSÉ – ORACIÓN POR DIVERSAS NECESIDADES
Santo Patriarca, dignísimo esposo de la Virgen María y Padre adoptivo de Nuestro Redentor Jesús, que por vuestras heroicas virtudes, dolores y gozos merecisteis tan singulares títulos; y por ellos, especialísimos privilegios para interceder por vuestros devotos; os suplico, Santo mío, alcancéis la fragante pureza a los jóvenes y doncellas, castidad a los casados, continencia a los viudos, santidad y celo a los sacerdotes, paciencia a los confesores, obediencia a los religiosos, fortaleza a los perseguidos, discreción y consejo a los superiores, auxilios poderosos a los pecadores e infieles para que se conviertan, perseverancia a los penitentes, y que todos logremos ser devotos de vuestra amada Esposa, María Santísima, para que por su intercesión y la vuestra podamos vencer a nuestros enemigos, por los méritos de Jesús, y conseguir las gracias y favores que os hemos pedido para santificar nuestras almas hasta conseguir dichosa muerte, y gozar de Dios eternamente en el Cielo. Amén.
«Fueron por parte de España un pesado sacrificio cristiano, soportado con alegría, en conciencia, durante tres siglos. ¡Que las naciones que hayan hecho lo mismo (la Historia no conoce ninguna) le tiren la primera piedra!»
JEAN DUMONT, Historiador francés
ISABEL LA CATÓLICA, LA GRAN CRISTIANA OLVIDADA
LA EVANGELIZACIÓN DE AMÉRICA (V)
Un gran sacrificio cristiano
Esta última frase sacada de su testamento fue, como el resto, la regla que inspiró no solamente a un Las Casas y a un Vasco de Quiroga, el apóstol de México, sino también a los descendientes de Isabel, desde lo alto del poder, empezando por su nieto Carlos V. Y del modo más concreto, porque: la monarquía española soportó todos los gastos de la evangelización, de los viajes y de la manutención completa de los misioneros, erigió la diócesis y pagó una gran parte de la construcción de los conventos e iglesias. Así, un hecho sabido por pocos es que los jesuitas de las reducciones del Paraguay recibían del rey de España un sueldo generoso, y veían cubrir por el rey los gastos del culto, desde los ornamentos sacerdotales hasta las campanas. El especialista jesuita Constantino Bayle y en Francia el Muy Reverendo Padre Terradas subrayaron que, en cada decenio, estos gastos enormes hubieran podido financiar una “Armada invencible” o un gran ejército en Europa. Fueron por parte de España un pesado sacrificio cristiano, soportado con alegría, en conciencia, durante tres siglos. ¡Que las naciones que hayan hecho lo mismo (la Historia no conoce ninguna) le tiren la primera piedra!
La intervención de Isabel y de sus sucesores, al igual que la entrega de las Iglesias de España, Francia y Flandes, fueron providenciales. Porque la Roma de los papas del Renacimiento, la de Alejandro Borja y del papa con casco Julio II, inmersa en sus corrupciones, se preocupó poco de la evangelización americana y no le proporcionó ninguna ayuda directa. Su primera intervención en la materia, suscitada de hecho por religiosos españoles de América, tendrá que esperar hasta 1537 con las bulas y breves del papa Paulo III, por ejemplo, Sublimis Deus, que no hicieron más que reproducir a Isabel. Es el verdadero vicariato apostólico confiado por la Iglesia a la monarquía de los descendientes de Isabel (desde 1508), que hizo, también por la elección de los misioneros y de los obispos, todo el trabajo por siempre admirable.
San Camilo de Lelis, patrono de los enfermos y precursor de la Cruz Roja
Padre Martínez m.C.R.
* A veces, tengo la sensación de que estamos en la civilización de la mentira y la duda.
* «Ni la Iglesia ni España tienen que pedir perdón» dice José Javier Esparza, sino «los que mienten».
* El P. Piulach decía: «Me gusta la verdad. Lo que no me gusta es el cuento». ¡Vivamos en la Verdad!
* Santo Tomás de Aquino dice: «Que hay diversas formas de gobierno correctas, si procuran el bien común».
* «El sacerdote es en la más estricta significación de la palabra, el guardián o custodio de su Señor» (Cardenal Manning).
* Los llamados «derechos democráticos» son demoniacos. El entendimiento humano por su propia naturaleza no puede concebir semejantes barbaridades. Son demoniacos.
* Hoy he leído esto era el mismo espíritu caracterizado por su «republicanismo salvajemente anticlerical». Más adelante Clemenceau, dijo: «Nos hemos empeñado en el pasado en una tarea anticlericalismo y en una obra de irreligión».