Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos diarios: 1 julio, 2021

01 jueves Jul 2021

Posted by manuelmartinezcano in Artículos

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Obispo José Guerra Campos (11)

SU ÚLTIMO SERMÓN

ESPERANZA VIVA

Muy estimados superiores, profesores y alumnos de este Colegio del Inmaculado Corazón de María. También yo doy gracias a Dios porque me ha concedido pasar estos días de convalecencia, para mi corazón cansado y un poco desfalleciente, conviviendo con vosotros que sois la juventud emergente, portadores de ilusión y de esperanza. Un contemplador superficial podría decir que yo represento la caducidad, el agotamiento de la esperanza, vosotros representáis la esperanza creciente. Pero no es así, mi alegría profunda proviene de que he comprobado una vez más, que vivimos de la misma esperanza.

Yo tengo tanta esperanza como vosotros, y por tanto soy tan joven como vosotros, aunque con menos vigor y menos ganas de saltar, y menos capacidad de hacer cosas tangibles que se anoten en las crónicas temporales.

A mí me causa mucha alegría haber comprobado, que lo que os anima a vosotros, no es la esperanza que se consume, no es la esperanza de la edad, que ni siquiera merece el nombre de esperanza, porque cuando uno piensa en el joven portador de esperanza, esperanza para la Patria, esperanza para la Iglesia, la esperanza del futuro, tiene que ser franco consigo mismo y responder a una pregunta ¿De todos los sueños, proyectos, ilusiones, aspiraciones que constituyen esta especie de siembra y de germinación inicial, que es la etapa de la niñez, y la primera juventud. ¿Cuál es el resultado seguro, seguro para todos? Y la respuesta es implacable. Cuando los jóvenes de ahora lleguen a un tiempo en que se pueda hablar de logros, lo único seguro es que serán viejos, como lo soy yo. No hablo pues de esa esperanza, aunque es admirable esa especie de ración con que se nace y que desde el primer momento se va consumiendo, de suerte que según pasa el tiempo, y se acerca la hora de la muerte, esa esperanza prácticamente se da por agotada. A mí esa esperanza me interesa muy poco. Yo he visto que vosotros vivís cotidianamente de lo que San Pedro llama «la esperanza viva». Esa esperanza que no se consume, porque es más poderosa que la muerte. Esa esperanza que es capaz de responder a dos preguntas. ¿Es posible confiar en la victoria definitiva del amor sobre el egoísmo? Sí ¿Es posible confiar en la victoria definitiva de la vida sobre la muerte? Sí. Ésa es vuestra esperanza fundamental y es la que garantiza que según pasan los años y cualesquiera que sean las vicisitudes en vuestro curso de vida temporal, seáis siempre jóvenes.

ESPERANZA AUTÉNTICA.

Yo quisiera que alguien en el futuro cantase vuestra juventud inmarcesible a los 90 años, a los 120 años, si a tal nivel podéis llegar. La esperanza auténtica, la que se realiza precisamente al terminar el camino del tiempo. Esta esperanza que es imposible, como es lógico para todo cálculo, para toda técnica humana, es la que nos asegura nuestra condición de cristianos. Por eso como sabéis el Papa Juan Pablo II al referirse al paso del tiempo, acompañado por Jesucristo, al tercer milenio que va a comenzar enseguida, hace una observación preciosa, que los cristianos deberíamos no olvidar nunca, para apreciar la diferencia sustancial entre ser cristiano y no ser cristiano. Toda persona que quiera tener esperanza, necesita buscar la comunicación con Dios, todo lo demás es una engañifa y por eso en el fondo hay tanta melancolía y desencanto en el mundo actual, porque está de vuelta y sabe que no hay ni una solución satisfactoria con el paso del tiempo, en el futuro, porque el futuro será tan débil y tan fugaz como es el presente. Y por eso todo hombre, para ser hombre, para afirmarse como persona, para no ser una simple pieza de la biología, de la física, o un mero combustible de una hoguera colectiva, que luego se disipa y queda en nada, y por tanto es absolutamente vacía, necesita si no ha de renunciar a la esperanza, si no ha de renunciar a la juventud, al menos buscar a Dios. Y todas las formas de religión, incluso ciertas formas de inquietud, que no merece el nombre de religión, pero que refleja un corazón que no se cierra sobre sí mismo, aunque a veces parezca hasta ateo, son búsqueda de Dios.

COLEGIO REALMENTE CIENTÍFICO.

El Papa señala que nuestra condición de cristianos es absolutamente privilegiada. El que busca a Dios, lo busca a tientas. Ser cristiano consiste en haber reconocido que Dios mismo nos sale al encuentro, que el Hijo de Dios se ha hecho hermano nuestro, se ha incorporado a nuestra historia, se ha hecho partícipe de nuestra condición para que nosotros podamos participar de su filiación divina. Y entonces más que buscar nosotros a Dios, dice el Papa, es Dios quien nos busca a nosotros.  Y por ser Dios quien nos busca a nosotros, precede su llamamiento. A nosotros nos toca seguirlo, dejarnos acompañar por Él, vivir en unión con Él que es el vencedor del egoísmo, del pecado y de la muerte. Y esto explica que en el Colegio, aparte de la labor de instrucción, de apertura al mundo, de descubrimiento progresivo de nuestra interioridad y de todo lo que nos envuelve, del universo, etc, etc, se considere como parte esencial, la comunión con Dios revelado en Cristo Jesús. Y es un acierto enorme, es la única manera de que un colegio sea realmente científico, si por científico entendemos una actitud de conocimiento, una actitud de corazón, que corresponda a la auténtica realidad del hombre, que lo trate como persona, como hijo de Dios. Y así en este Colegio del Inmaculado Corazón de María, se está cumpliendo y cumplís vosotros, que sois los que lo constituís fundamentalmente, la gran enseñanza del Concilio Vaticano II, muy descuidada por cierto, el cual acerca de la educación dice, refiriéndose a todos los responsables de la educación, no a los católicos solamente, a  todos sean quienes sean, Stalin, Lenin, quienes sean: «Que tienen el deber primordial, de  satisfacer un derecho  primordial de los niños y adolescentes, de los jóvenes que están en edad de educación, los cuales necesitan, no solamente, libertad e información, sino ser estimulados en el conocimiento y en el amor de Dios, y en este caso en el conocimiento y en el amor de Dios, que se ha hecho hermano, se ha hecho accesible, vive con nosotros, a través de todas las generaciones, la Santa Eucaristía, en nuestro propio corazón.

Y todo ello porque podríamos resumiendo decir, que si la juventud meramente de edad, es una engañifa porque lo es, porque es una consunción progresiva de la esperanza hasta aniquilarla.

Los que vivamos con Jesucristo, y con la Santísima Virgen María, su madre, vivimos con el único joven que existe en toda la historia.

 A los demás les llamamos jóvenes porque durante unos pocos años así se llaman, pero están de paso, estamos todos de paso. El único joven es Jesucristo, la única joven es la Madre de Nuestro Señor Jesucristo, que en su mismo cuerpo, su vida humana está siempre joven. Sin ningún desgaste, sin ninguna consunción, fuente de esperanza plena y por tanto de vida y de amor. Por eso yo ante todo, y dejando aparte consejos particulares que podrían darse, pero esos os los dan vuestros padres, vuestros superiores, vuestros profesores todos, vuestros tutores, etc, no hace falta que yo insista en ello.

Os invito a que deis gracias al Señor por estar en un Colegio en el cual no se os engaña, no se os recorta, se atiende a la integridad de vuestra vocación, de personas que quieren tener un destino personal, y no diluirse en frases vagas colectivas, que no significan absolutamente nada valioso, y menos en el campo de la esperanza.

VACACIONES CON CRISTO

Y finalmente quisiera recordar, que en una ocasión, lo sabéis muy bien, los primeros discípulos, los apóstoles que vivían con Jesús, después de una faena, una especie de un curso de trabajo, una misión apostólica, oyeron de Él esta invitación tan humana: «Ahora venid conmigo a un lugar tranquilo y descansad un poquito» Unas vacaciones, pero atención a estas vacaciones. Ahora venid conmigo, ahora dejad ese trabajo, esa misión apostólica concreta que Yo os había encargado. Vamos a descansar un poquito. Pero vamos a descansar con Él. Venid conmigo, no hay vacaciones para la comunión con Él, para la oración, para la acción de gracias, para la re­ conciliación, para el alimento eucarístico. Más aún, aquellos discípulos se encontraron con la sorpresa de que en aquel supuesto lugar tranquilo, se agolpaba una muchedumbre necesitada al servicio de la cual se pusieron inmediatamente, ayudando a repartir los panes de la multiplicación, que eran como el anticipo y el signo del pan definitivo, que es el mismo Señor Jesucristo. Lo cual significa, y este es mi consejo fundamental, que durante el tiempo de vacación, además de mantener, quizá con otros horarios, pero substancialmente las prácticas de oración, de devoción al Señor, a la Virgen María, las prácticas de reflexión, la vida interior, etc, procuréis no olvidar que estáis en medio de una muchedumbre, de otro jóvenes o personas mayores, necesitados de luz, porque sufren un vacío tremendo, una gran desorientación porque han comprobado ya con amargura, que ese vacío no se llena con el permisivismo irresponsable, y mucho menos con formas de prosperidad pasajera. Les falta algo profundo, que es precisamente tener esperanza, tener comunicación auténtica con el que es fuente de victorias sobre el egoísmo y sobre la muerte.

Y entonces será inevitable que de algún modo, sigáis nuestra solicitud apostólica, tratando de señalarles la presencia de Cristo como manantial de esa esperanza.

LA ALEGRÍA DE LA DONACIÓN.

Siempre en virtud de vuestra condición de cristianos, y en vuestro contacto en cualquier ambiente, con las demás personas, trataréis de cumplir las exigencias auténticas del amor, que son tres: Compartir los bienes, preocuparse por buscar el bien de los demás, por evitarles males, darse a sí mismo, que es más bien que los bienes, disponibilidad fraternal, respetuosa, generosa.

Pero esto no basta, porque muchas veces, los consejos de ayuda, de solidaridad, etc, se quedan ahí, en una especie de fraternidad de huérfanos.

El bien supremo no lo podemos dar ni dándole a los demás todos los bienes de este mundo, ni dándonos enteramente a nosotros, ni quemándonos en una hoguera como diría S. Pablo. El bien supremo es la esperanza y el amor de Dios, y eso nosotros no lo podemos dar, sólo podemos darlo anunciando a Cristo y ayudando a llevar a Cristo, a conocer a Cristo. Cosa en que nos ayudará maravillosamente, la Virgen María. Porque ese es su oficio, darnos a Cristo, llevarnos a Cristo, recordarnos que hemos de hacer lo que Cristo nos diga, intercediendo para que no nos desviemos estúpidamente de nuestra comunión con Cristo Jesús. Esto es lo que realmente podrá llenar de vida vuestro tiempo de vacación, para que en el futuro sigáis, los que volváis aquí, manteniendo este espíritu de familia con Cristo, o sea de familia de esperanza, o sea de familia de juventud. No hay más juventud que aquella que tiene esperanza. Y a mí que no me digan que tienen esperanza, los que sólo piensan planes que se van consumiendo según se intenta realizarlos.

Por eso volviendo al principio, os doy gracias porque con vuestra presencia y vuestro modo de ser y de querer ser, en cierto modo me habéis ayudado a mí mismo, a recobrar o reafirmar esa juventud que está por encima del desfallecimiento o del cansancio del corazón y de las fuerzas físicas, e incluso mentales.

Que el Señor, queridísimos hermanos, especialmente a vosotros queridos jóvenes, os conceda muchísima alegría, la alegría de la donación. Que os conceda muchísima libertad, la libertad del Espíritu Santo, que es la libertad de sintonizar con una voluntad, que es la de Dios, la cual nos hace realmente libres. Como diría S. Juan de la Cruz: «Después de hacer el esfuerzo de subir por los vericuetos a la montaña, conociendo nuestros fallos, tratando de encauzarlos, purificándonos, ya en lo alto es como si no hubiese ley, porque en cierto modo, hemos habituado a nuestra voluntad a identificarse con la voluntad de Dios, que es voluntad de amor y entonces todo lo que hacemos en actitud de servicio, de obediencia filial, equivale a libertad, porque brota espontáneamente de lo íntimo del corazón».

Feliz vacación, hasta vernos.

+ José Guerra Campos, Obispo

ORACIÓN

01 jueves Jul 2021

Posted by manuelmartinezcano in Artículos

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SANTA MADRE DE DIOS

Señor Jesús, te tenemos frente a nuestros ojos como un niño y creemos en que eres el Hijo de Dios, que te hiciste hombre a través del Espíritu Santo en el vientre de la Virgen María. Igual que en Belén, también nosotros con María y José, los ángeles y los pastores, te veneramos y reconocemos que eres nuestro único Salvador. Permaneciste pobre para que nos enriqueciéramos con tu pobreza; no permitas que nos olvidemos de los pobres y de los que sufren. Protege a nuestras familias, bendice a los niños de todo el mundo y haz que siempre nos gobierne el amor que has traído para que seamos más felices.

Jesús, permite que la humanidad entienda el mensaje del nacimiento de Dios, que comprendan que viniste para darle a la humanidad luz, alegría y tranquilidad.

Tú que vives y reinas con Dios Padre en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

Papa emérito Benedicto XVI

Cosicas 18

01 jueves Jul 2021

Posted by manuelmartinezcano in Cosicas

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«Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados –dijo dirigiéndose al paralítico–: Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa».

Mossèn Manel

* «Por el ardor de la caridad se logra el conocimiento de la Verdad» (Juan 15, 2).

* ¡Vivan los católicos alemanes! Recemos por los alemanes que no son católicos.

* «Sabemos que los que aman a Dios todo les sirve para el bien» (Romanos 8, 28).

* Se oye decir ahora que la moda es tener sólo dos hijos. Dentro de unos años la modas será la residencia de ancianos.

* Dios jamás nos abandona si nosotros no le abandonamos primero. También sabemos que es infinitamente misericordioso.

* La democracia moderna decide por mayoría el bien y el mal. El crimen abominable del aborto es un derecho democrático. Diabólico.

* «El profeta que diga lo que yo no le he mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, es reo de muerte» (Deuteronomio 18, 15-20).

Historia sencilla de la Iglesia (1)

01 jueves Jul 2021

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano

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«Se inicia el día de Pentecostés y se prolonga a lo largo de veintiuno siglos por todo el mundo».

Recapitulada por el P. Cano

– DESCONOCIMIENTO DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA

Muchos católicos tienen un gran desconocimiento de la Historia de la Iglesia. Esta ignorancia les lleva a emitir juicios equivocados y a adoptar actitudes erróneas, que perjudican a la Iglesia.

Estos católicos carecen, en primer lugar, de un conocimiento elemental de la real y auténtica Historia de la Iglesia. No saben apenas nada del gran acontecimiento salvífico, que se inicia el día de Pentecostés y se prolonga a lo largo de veintiuno siglos por todo el mundo. A lo sumo conocen algo de los episodios más gloriosos y más dolorosos. Un conocimiento, en general, arrancado de su contexto histórico y enormemente simplificado, con lo que caen, involuntariamente, en la desinformación y falsificación de los hechos difundidos por los enemigos de la Iglesia.

Con seriedad. y profundidad, leamos este compendio de la Historia de nuestra Santa Madre Iglesia.

– IGLESIA SIGNO DE CONTRADICCIÓN

Conocer la Historia la Iglesia es conocer a la Iglesia viva en su doble vertiente humana y divina. Están equivocados los que por aversión y odio a la religión católica desfiguran y tergiversan las gestas más gloriosas y santas de la Iglesia. La Iglesia está en el mundo, pero no es de este mundo.

Nada de lo que ocurre en nuestros días es nuevo. Satanás siempre ha querido destruir la obra de Cristo, pero jamás lo conseguirá. La Iglesia, como el mismo Cristo, será siempre «signo de contradicción». Lo ha sido durante dos mil años, lo es hoy y lo será mañana, hasta el fin de los tiempos.

La Iglesia en lucha y contradicción permanentes, será acosada, perseguida y sacrificada, pero nadie le podrá arrebatar la victoria definitiva y final. Porque las fuerzas del infierno jamás prevalecerán contra ella. Pero por mucho que los hijos de la Iglesia nos sintamos perseguidos, por la furia de la modernidad pagana y materialista, nada nos tiene que atemorizar. Con Cristo somos, invencibles.

– TRASCENDENCIA DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA

La actuación de la Iglesia a través de los siglos es sencillamente admirable. Su maravillosa difusión por todo el mundo, superando grandes dificultades; la santidad de sus héroes y sus mártires; sus admirables realizaciones y su influencia en la civilización universal, hacen que la Iglesia Católica sea admirada por todos los hombres de buena voluntad.

El estudio de la Historia de la Iglesia es de vital importancia para que el católico se confirme en su fe y amor a su Santa Madre Iglesia.

Para los disidentes de la Iglesia de buena fe, que buscan la verdad, conocer la Historia de la Iglesia puede ser el punto de partida para su retorno al seno maternal de la Iglesia.

Para ateos y agnósticos de buena fe, el conocimiento de la Historia de la Iglesia podría ser el punto de arranque que les haga abandonar sus errores.

– IGLESIA SANTA Y PECADORA

Conocer la Historia de la Iglesia es siempre gratificante, iluminador y aleccionador. La Iglesia no es pecadora, como constantemente difunden los enemigos de nuestra Madre. La Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica.

La Iglesia es Santa porque Santo es su Fundador, Santa es su doctrina, Santas son sus fuentes de gracia y Santa es la misión que recibió de su Señor, Jesucristo.

La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo. Es Cristo mismo, vivo y resucitado, ofreciéndose en inmolación por la salvación del mundo en cada tramo de la Historia humana. El discípulo de Cristo no puede, ni debe, perder nunca de vista esta visión elemental y fundamental: la Iglesia es Santa.

Pero esta Iglesia Santa, que peregrina en medio del mundo, está compuesta de hombres. Y donde hay hombres, hay limitación de pecado. Todos, desde el Papa al último bautizado, tenemos que golpearnos el pecho cada día pidiendo perdón de nuestros pecados. Por ello, con frase atrevida, y que necesita siempre cuidadosas matizaciones, se ha dicho muchas veces que la Iglesia es Santa y pecadora. Es Santa en sí misma, por su propia naturaleza, y es pecadora en algunos de sus miembros pecadores.

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