Una Epopeya misionera
Padre Juan Terradas Soler C. P. C. R
V
CATOLICISMO E HISPANIDAD (4)
Organícense para ello los ejércitos de la Acción Católica según las direcciones pontificias, y vayan con denuedo a la reconquista de cuanto hemos perdido, recatolizándolo todo, desde el a b c de la escuela de párvulos hasta las instituciones y constituciones que gobiernan los pueblos.
Esto será hacer catolicismo, es verdad, pero hay una relación de igualdad entre católicos e hispanidad; sólo que la hispanidad dice catolicismo matizado por la historia que ha fundido en el mismo troquel y ha atado a análogos destinos a España y las naciones americanas.
Esto, por lo mismo, será hacer hispanidad, porque por esta acción resurgirá lo que España plantó en América, y todo americano podrá decir, con el ecuatoriano Montalvo: “¡España! Lo que hay de puro en nuestra sangre, de noble en nuestro corazón, de claro en nuestro entendimiento, de ti lo tenemos, a ti te lo debemos. El pensar grande, el sentir animoso, el obrar a lo justo, en nosotros son de España, gotas purpurinas son de España. Yo, que adoro a Jesucristo; yo, que hablo la lengua de Castilla; yo, que abrigo las afecciones de mi padre y sigo sus costumbres, ¿cómo haría para aborrecerla?”.
Esto será hacer hispanidad, porque será poner sobre todas las cosas de América aquel Dios que acá trajeron los españoles, en cuyo nombre pudo Rubén Darío escribir este cartel de desafío al extranjero que osara desnaturalizar esta tierra bendita: “Tened cuidado: ¡Vive la América española! Y, pues, contáis con todo, falta una cosa: ¡Dios!”.
Esto será hacer hispanidad, porque cuando acá reviva el catolicismo, volverán a cuajar a su derredor todas las virtudes de la raza: “el valor, la justicia, la hidalguía”; y “los mil cachorros sueltos del león español”, “las ínclitas razas ubérrimas, sangre de España fecunda”, de que hablaba el mismo poeta, sentirán el hervor de la juventud remozada que los empuje a las conquistas que el porvenir tiene reservadas a la raza hispana.
Esto será hacer hispanidad, porque será hacer unidad, y no hay nada, es palabra profunda de San Agustín, que aglutine tan fuerte y profundamente como la religión.