Obra Cultural
San Juan habla claramente de la divinidad del Verbo y de su Humanidad
«Y el Verbo era Dios» (Juan 1,1). El texto original griego no permite otra interpretación: Kai Zaòs ên ó Lógos. Lógos con artículo (ó = el) es necesariamente el sujeto de esta oración sustantiva, y por lo mismo a él se le atribuye la divinidad (Zaòs, que no lleva artículo por ser el predicado).
«Y el Verbo se hizo carne» (kai ó lógos sarx aguéneto). San Juan usa la palabra carne (1,14), y no hombre o cuerpo, porque en las lenguas semíticas y en la Sagrada Escritura es muy frecuente designar con la palabra carne al hombre bajo su aspecto mortal, humilde y pasible: «Y bendiga toda carne su santo nombre» (Salmo 145,21). Es decir, bendiga todo hombre, porque sólo el hombre puede bendecir a Dios.
En el Nuevo Testamento
Con mucha frecuencia la palabra carne es sinónimo de Sigue leyendo
Dice Jesús en la séptima bienaventuranza: «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los hijos de Dios.»
Se estima que hacia la mitad del año 1987, la Tierra alcanzó los cinco mil millones de habitantes. El secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, se desplazó a Yugoslavia para hacer un recibimiento especial al convenido «niño cinco mil millones». El Papa también tuvo unas palabras de cariño para él. Recogemos una carta dirigida al recién nacido tan esperado y algunos datos estadísticos que reflejan la mejora de las condiciones de vida en la actualidad.
El texto más claro para demostrar que el Espíritu Santo es una persona distinta del Padre y del Hijo es la fórmula bautismal de Mateo 28, 19. Y teniendo en cuenta todo el contexto, resultan también bastante explícitos los textos en que se nos relatan las teofanías en el bautismo de Jesús (Mateo 3,16-17; Marcos 1,10; Lucas 3, 22); junto al Padre y al Hijo amado o Unigénito, aparece el Espíritu Santo bajo la forma de paloma.
Es muy grato para mí este encuentro con vosotros al concluir el VIII Congreso Mundial de las Comunidades Terapéuticas. Os doy las gracias por vuestra visita y os doy la bienvenida, en la que estoy seguro que reconoceréis en seguida mi estima por la benemérita obra que vuestras instituciones estén desarrollando para la solución de un problema tan complicado y apremiante de nuestro tiempo.