Montserrat
El amor continuará
“A menudo sentí la Pasión del Señor Jesús en mi cuerpo; aunque esto fue invisible, me alegro de eso, porque Jesús quiere que sea así. Eso duró muy poco tiempo. Estos sufrimientos incendiaban mi alma con un fuego de amor hacia Dios y hacia las almas inmortales. El amor soportará todo, el amor continuará después de la muerte, el amor no teme nada…” Santa Faustina Kowalska, Diario de Santa Faustina Kowalska, nº 46.
Revolución perpetua y fracasada
“Resulta, pues, que una revolución de la que se abusa es una revolución que se desgasta, y una revolución que se perpetúa es una revolución que fracasa o se suicida. Ello acaba de esclarecer suficientemente la situación actual, que es, sin género de duda, realmente extraña. Contra todo precedente histórico, en nuestros días ya no se puede asustar a los burgueses, ni llamar la atención, ni siquiera jugar al enfant terrible, haciendo revoluciones. Antes al contrario, lo más revolucionario e insólito que hoy cabe es decirse conservador, porque equivale, nada menos, que a rebelarse contra la permanente estabilidad de las revoluciones. De donde se deduce la extravagante, pero indiscutible paradoja de que hoy la mayor y más inesperada revolución es no hacerla.” Gonzalo Fernández de la Mora, Revista Razón Española, julio-agosto 2015, p. 5.
Mensaje del Caudillo: potencia de un pueblo unido
“Es incalculable la potencialidad de un pueblo cuando está unido, cuando trabaja en paz y cuando persigue sus objetivos de elevación con tenacidad, avanzando cuando es posible y sabiendo aprovechar las ocasiones oportunas cuando esto es aconsejable. Ese es nuestro camino, que no ofrece ninguna estrategia complicada. Se trata, sencillamente, de saber avanzar y conservar lo conquistado sin comprometernos en dudosas aventuras. En la vida contemporánea los Estados tienen como primer deber el ofrecer a sus ciudadanos esta eficacia: paz para el trabajo, paz para el estudio, garantías para mejorar el futuro. La política no es una entelequia de ideología utópica ni un campo de trabajo para desahogar las pasiones. La política es una tarea realista y cotidiana de construcción de la convivencia, el bienestar y el progreso de la mayoría.” Francisco Franco, Mensaje de fin de año, 30 de diciembre de 1968.
Soberanía social
“(El liberalismo) como no alcanzó la profunda y necesaria distinción entre la soberanía social y la política, unificó la soberanía: creyó que no había más que una sola, la política, y le dio un sólo sujeto, aunque por delegación y representación parezca que existen varios, y vino a dividirla en fragmentos para oponerlos unos a otros, y buscó así dentro el límite que debiera buscar fuera. Tenía razón al decir que el Poder tiende al abuso, y que es necesario, por lo tanto, que otro Poder lo contrarreste; pero para eso no era necesario dividir la soberanía política en fragmentos y oponerlos unos a otros; para eso era necesario, y esa es su primera función, reconocer la soberanía social, que es la que debe limitar la soberanía política.” Juan Vázquez de Mella, El Verbo de la Tradición, p. 47.
Potencial emotivo
“En Fernández de la Mora estas tres características tienen una fuerte vinculación con la dimensión patética de la ideología y, por tanto, se retrotraen a la primera característica expresada por Aron, el potencial emotivo. Para Fernández de la Mora la justificación de intereses responde también a una pulsión emotiva. Los ideólogos crean y encumbran determinadas ideologías por motivaciones alógicas. Sus efectos, su potencial emotivo se canalizan a través de dos conceptos: entusiasmo y tensión. Por último, el revestimiento lógico responde a un intento de ocultar el carácter netamente emotivo de la ideología bajo la apariencia de postulado científico con lo que se pueda llegar a confundir ambos.” Carlos Goñi Apesteguía, Revista Razón Española, septiembre-octubre 2015, p. 177.
Predicaron la palabra de Dios
“En la misma Carta a los Corintios el Apóstol escribe: “investidos de este misterio, no desfallecemos. Antes bien, hemos repudiado el silencio vergonzoso, no procediendo con astucia, ni falseando la Palabra de Dios; al contrario, mediante la manifestación de la verdad nos recomendamos a nosotros mismos a toda conciencia humana delante de Dios» (2 Cor 4, 1-2). ¡Cuántas gracias hemos de dar a Dios, porque los predicadores del Evangelio cumplieron su misión en este espíritu! Ellos, en efecto, realizaron su tarea con libertad e intrepidez, sin cálculos sugeridos por astucias humanas. Por ello predicaron en toda su integridad la Palabra de Dios. Sin ocultar con el silencio las consecuencias prácticas que derivan de la dignidad de cada hombre, hermano en Cristo e hijo de Dios. Y cuando el abuso del poderoso se abatía sobre el indefenso, no cesó esa voz que clamaba .a la conciencia, que fustigaba la opresión, que defendía la dignidad del injustamente tratado, sobre todo del más desvalido”. San Juan Pablo II, Ante el V centenario de la evangelización de América, p. 25.
Buen gobierno y tiranía
“Santo Tomás, integrando la explicación aristotélica, conduce en realidad el buen régimen popular (politeia) hacia el «régimen mixto». Con lo que escapa de la sola democracia para integrar el elemento popular en un régimen más complejo, caracterizado por la unidad de mando (que asegura la persona del rey) y por la selección de quienes le circundan (pues monarquía no es sinónima de mando de una sola persona), además de por la participación popular. A la postre, pues, pareciera que toda la elaboración de distinciones para alcanzar una clasificación ajustada a la realidad concluye en la disyunción principal entre el buen gobierno y la tiranía, donde el primero se halla en una monarquía rodeada de una aristocracia y donde el pueblo participa, mientras que la segunda reúne todos los vicios del poder.” Miguel de Ayuso, Revista Verbo, nº 535-536, mayo-junio-julio 2015, p. 389.