Padre bueno, Dios rico en misericordia, concédenos la gracia de seguir el camino de los misioneros y misioneras.
Ellos nos enseñan a ser Iglesia «en salida», a vencer la comodidad y el miedo, a tomar la iniciativa, movidos por el Espíritu: a salir al encuentro del otro para mostrarle esa infinita misericordia de tu corazón que ellos mismos han conocido. Entregados a Ti en el servicio a los pobres, muestran las puertas siempre abiertas de la Iglesia: el lugar de la misericordia gratuita, donde cada persona puede sentirse acogida, amada, alegre por el perdón y alentada a vivir según la vida buena del Evangelio.
Señor, que aprendamos de estos hermanos nuestros a ser «discípulos misioneros», testigos convincentes de tu misericordia.