Obra Cultural
Para los católicos, la doctrina del Concilio Vaticano II acerca del culto que debemos tributar a la Santísima Virgen María, no es ninguna novedad, sino la confirmación de lo que enseñó y practicó siempre la Iglesia Católica desde hace más de mil quinientos años. Dice el Vaticano: «María, ensalzada por gracia de Dios, después de su Hijo, por encima de todos los ángeles y de todos los hombres, por ser Madre Santísima de Dios, que tomó parte en los misterios de Cristo, es justamente honrada por la Iglesia con un culto especial. Y ciertamente, desde los tiempos más antiguos, la Virgen es venerada con el título de «Madre de Dios», a cuyo amparo los fieles suplicantes se acogen en todos sus peligros y necesidades».
Una de las cosas que más nos apena en los «hermanos separados» es precisamente esta: que no sólo no reconocen esta Sigue leyendo