«No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que, así como le fue sujeto en la tierra (que como tenía el nombre de padre, siendo ayo, le podía mandar), así en el Cielo hace cuánto le pide».
Pío XII no era ajeno a esta realeza de la Virgen del Pilar sobre toda Hispanoamérica. En el Año Mariano de 1954, cuando España se hallaba reunida en Zaragoza para consagrarse oficialmente a María, el Papa dirigió un bello radiomensaje a los congregados ante la columna secular. Habla en él, por supuesto, dé la fe de España, que en el Pilar de María ha encontrado su firme fundamento. Pero Su Santidad sabe, que esa protección de María se extiende más lejos. Pío XII dirige sus ojos al otro lado de los mares, y divisa a los pueblos que se beneficiaron también de la fe de Santiago y del Pila. Simbolizados ante el trono mariano del Pilar por sus airosas banderas nacionales, el Papa se imagina que hablan a su Soberana con palabras de amor y de fidelidad.
“Pero entre tantas advocaciones (con que es honrada en España la Santísima Virgen), venerables hermanos y amados hijos, acaso ninguna para vosotros tan entrañable ni tan enraizada en vuestra carne misma como esa Virgen Santísima del Pilar…
…esa columna contra la cual, rodando los siglos, como contra la roca inconmovible que en el acantilado desafía y doma las iras del mar, se romperán las oleadas de las herejías en el período gótico, las nuevas persecuciones de la dominación arábiga y la impiedad de los tiempos nuevos, resultando así cimiento inquebrantable, inexpugnable valla dar e insuperable ornamento no sólo de una nación grande, sino también de toda una dilatada y gloriosa estirpe “Yo he elegido y santificado esta casa—parece decir Ella desde su Pilar– para que en ella sea invocada mi nombre y para morar en ella para siempre” (2 Par., 7, 16); y toda la Hispanidad, representada ante la capilla por sus airosas banderas, parece que le responde: “Y nosotros te prometemos quedar de guardia aquí, para velar por tu honra, para serte siempre fieles y para incondicionalmente servirte”. (349)
(Radiomensaje al Congreso Mariano Nacional de España, celebrado en Zaragoza el día de Nuestra Señora del Pilar 12-X-1954). (349)
(349) En el templo de Zaragoza se hallan dispuestas, en haces de cinco, las enseñas de los veinte pueblos de origen español del otro lado del Atlántico. Presiden los grupos las banderas argentina, chilena, mejicana y filipina. En otro grupo destacado se entrelazan con la bandera del Vaticano—símbolo de la fe religiosa de la Hispanidad—las de la Madre Patria, de la ciudad de Zaragoza, y de Portugal, y Brasil, hijas también de la fe de Santiago.
* El progresismo es una falsa religión. Se conforma con podrir al adversario.
* El llamado Nuevo Orden humano es la vuelta a la selva. La ley del más fuerte.
* Muchos seglares no conocen las verdades que enseña el Catecismo. Recemos y enseñemos.
* La Iglesia lleva 20 siglos predicando el Evangelio de Cristo. No el progresismo, ni el modernismo.
* El catolicismo no es el culto al hombre y la ecología. Es amor a Dios sobre todas las cosas y prójimo por amor a Dios.
* Hemos vivido la maldad del ISIS o Daesh, como todas las familias de mi ciudad que compartimos la fe en Jesucristo.
* Aprendimos en el Catecismo que el mundo es uno de los tres enemigos del alma. Si la pastoral reinante trata de abrirse al mundo, muchos caeremos en el vacío y serán los católicos.