
JEAN DUMONT, Historiador francés
ISABEL LA CATÓLICA, LA GRAN CRISTIANA OLVIDADA
LA LEYENDA NEGRA (II)
Fuente impura
¡Oh!, por supuesto, todos saben cómo esta Leyenda Negra ha nacido, en aquella que fue su fuente impura. No podía fundarse sobre la expulsión de los judíos por Isabel la Católica en 1492, ya que semejante expulsión tuvo lugar en Inglaterra desde 1290, en Francia desde 1303, en Alemania desde 1348. No podía basarse en la creación de la Inquisición española en 1480, ya que esta Inquisición había tenido por modelo la primera Inquisición —francesa— de 1233, y pronto había tenido por equivalente las Inquisiciones o tribunales represivos que surgirían en todos los países reformados y en Roma, como en Francia. origen de la “Leyenda Negra” fue, naturalmente, la sola proeza netamente española: el descubrimiento y la ocupación de América.
Buen motivo de envidia, al tiempo que garantía de éxito en la difamación, por el alejamiento que hace imposible conocer, sobre el terreno, por sí mismo, la verdad. El fuego de esta difamación podía ser avivado además por una causa de envidia suplementaria: los recursos financieros obtenidos de América permitían a una España poco poblada (la tercera parte de Francia) y relativamente pobre mantener en Europa un poderío militar y político dominante. Al menos es lo que se creía. Porque en realidad no hubo superexplotación de América en provecho de los españoles: hoy se sabe por los especialistas de la historia financiera, como Ramón Carande, que las riquezas obtenidas por España de América no superaron durante tres siglos a las producidas por la exportación de la lana, apreciada en Europa, de las ovejas merinas españolas. Y poco importaba que la potencia española fuese también el resultado del valor, de la organización y de la técnica; además fue puesta al servicio de toda Europa en la defensa vital contra la ofensiva turca (en Lepanto particularmente). Lo irritante era que ella dominaba a las otras aspirantes a la dominación europea, en especial a Francia y a las potencias protestantes. Y, para estas últimas, Inglaterra y Holanda pronto muy presentes en el mar, lo irritante era que España fuese el dique contra la expansión de la Reforma.
En la guerra psicológica puesta al servicio de las ambiciones antiespañolas, la “Leyenda Negra” ofrece por último, más tarde un precioso avance psicoanalítico: traspasar a otro las propias ignominias coloniales —sistemáticas ellas— cometidas particularmente por los ingleses y holandeses en América del Norte.