Recapitulada por el P. Cano

– SANTOS PADRES AMBROSIO Y JERÓNIMO

Los Santos Padres Occidentales de más renombre son: San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín y San Gregorio Magno.

San Ambrosio es, sin duda, el que mejor representa y caracteriza a los Santos Padres occidentales del siglo IV. Nació en Tréveris el año 340. Educado sólidamente en la retórica y jurisprudencia romanas inició su actividad como gobernador de Milán. El año 374 fue elevado a la dignidad episcopal de una manera extraordinaria, pues en ocho días recibió el Bautismo, el diaconado, el presbiterado y el episcopado. Modelo de obispo consejero de Emperadores, doctor y padre del pueblo, y defensor de la doctrina católica contra las herejías y los restos del paganismo. Murió en el año 397.

San Jerónimo nació en Stridón (Dalmacia) el año 342, estudió en Roma Tréveris y Aquileya. Pronto se dirigió al Oriente, donde se dedicó durante mucho tiempo a la vida anacorética en el desierto de Chalón. Volvió a Roma; el Papa Dámaso lo tomó como consejero y le encargó trabajos sobre la Sagrada Escritura. Después de tres años volvió al Oriente (382-385).

El resto de su vida lo pasó en Belén, en el monasterio que él mismo fundó, dedicado a la vida ascética, dirección de almas y a la composición de la mayor parte de sus obras literarias. Tradujo la Biblia de sus lenguas originales al latín, llamada Vulgata desde el siglo XII. Murió en el año 420.

– SANTOS PADRES AGUSTÍN Y GREGORIO MAGNO

San Agustín nació en Tagaste (África) el año 354; recibió una sólida formación de su santa madre Mónica. Estudió en Tagaste, Madaura y Cartago. Bien pronto se entregó a una vida libertina y se dejó arrastrar por los errores maniqueos. Dotado de talento extraordinario, se dedicó a la enseñanza de la elocuencia en Cartago y Milán. Desengañado del maniqueísmo cayó en el escepticismo y profesó el neoplatonismo hasta que por fin, por las oraciones de su madre, que le acompañó a todas partes, se convirtió y en la Pascua del año 387 recibió el Bautismo de manos de San Ambrosio.

Volvió al África, el año 391 fue ordenado sacerdote y el 394 consagrado obispo de Hipona, donde trabajó incansablemente contra las herejías hasta su muerte, en el año 430, mientras la ciudad era sitiada por los vándalos.

San Gregario Magno nació en Roma en el año 540. Desempeñó el cargo de prefecto de la ciudad, pero más tarde se hizo monje en un monasterio fundado por él mismo en San Andrés de Monte Celio. Desempeñó cargos importantes bajo los Pontífices Benedicto I y Pelagio I, hasta que fue elegido Papa en el año 590.

Como Sumo Pontífice desarrolló una actividad universal y benéfica para toda la Iglesia. Su actividad literaria fue inmensa: sermones, epístolas y obras morales y litúrgicas; organizó el canto litúrgico que hoy conocemos con el nombre de gregoriano.

– LA LITÚRGIA

A partir del siglo IV aparecen distintas liturgias en las principales Iglesias de la Cristiandad. En Oriente sobresalen la de Santiago, que se generalizó en Antioquía y Jerusalén; la de San Marcos, en Alejandría. En Constantinopla se introdujeron las de San Juan Crisóstomo y San Basilio el Grande. La más antigua es la llamada liturgia Clementina. La »Missa Praesanctificatorum» de San Gregario Magno, que se celebraba en Cuaresma, se generalizó en todo Oriente.

En Occidente prevaleció la llamada liturgia romana. Se celebraban también otras liturgias que tomaron el nombre de su respectiva región. La de Milán, denominada también Ambrosiana, en el norte de Italia; la Galiana en las Galias; la británica; la mozarábica o visigótica en España.

Una de las celebraciones litúrgicas que se hicieron célebres fue las Horas litúrgicas, fomentadas por los monjes en sus monasterios.

– LA SANTA MISA

La ceremonia litúrgica por excelencia es la Santa Misa. En este tiempo se fijaron definitivamente las partes de la Misa. La primera parte (misa de los catecúmenos) comprendía desde el principio hasta el Evangelio y la homilía; la segunda parte (misa de los fieles) desde el ofertorio hasta el fin.

El Credo aparece en la Misa por primera vez en Antioquía en el siglo V y en Roma en el siglo X. La Comunión se recibía en la palma de la mano y más tarde sobre un paño de lino. Se inicia la predicación litúrgica con sermones y homilías y aparece el canto litúrgico.