Pablo
Sucumbido al contagio liberal
A aquellos hombres de Iglesia que han sucumbido al contagio liberal le son aplicables las palabras de Jesús: «vosotros por de fuera parecéis justos a los hombres, más de dentro estáis repletos de hipocresía y de anomía». La gravedad de la hipocresía, lo que la convierte en anomía, en iniquidad, es precisamente el impedir a los hombres entrar por el camino filial y llegar al Padre: «¡Ay de vosotros, porque cerráis (el acceso) al Reino de los cielos delante de los hombres, y ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están por entrar!» (Mateo 23, 13). (Javier Ravasi)
Aceptar la voluntad de Dios
Todo el mundo es igual. En todo el mundo hay pecado, egoísmo y corrupción. Vayas a donde vayas, la condición humana es siempre la misma en todas partes. Por lo tanto, lo que debemos hacer es vivir como nos manda la conciencia y aceptar lo que Dios nos vaya poniendo por delante. El único viaje importante es el viaje interior hacia la Jerusalén del Cielo. Y para ese viaje no hace falta ni salir de casa: es el viaje hacia Dios, es el camino de la santidad. Pero de eso hablaremos más adelante. (Pedro L. Llera)
Blasfemias a María y a la Iglesia
¡Y ay de los cristianos que toleren pasivamente las blasfemias a Ella en el propio seno de la Iglesia! ¿Qué nombre poner ya a los mercenarios que fungen de pastores y son lobos feroces encubiertos, como los Masía y Cia.? San Luis M. de Montfort responde suficientemente a los que alegan el «peligro» de una posible devoción exagerada a María Santísima que pudiese opacar el culto debido a Nuestro Señor, como también lo hacía San Bernardo, cuando exclamaba «De Santa María nunca es bastante», porque el verdadero y recto culto a Ella siempre conducirá, indefectiblemente, a un más perfecto conocimiento y culto debido a Jesucristo. (María Virginia)
Acto de obediencia heroico
En un acto de obediencia heroico los cristeros obedecieron, pero quien no cumplió el pacto fue el gobierno que detuvo y ejecutó a 1500 cristeros. El gobierno volvió a permitir el culto pero nada más. La legislación anticristiana y promasónica continuó durante muchos años. El régimen del PRI se consolidó e iba a durar largas décadas. (En realidad la masonería había sido la instigadora de la persecución anticristiana en México). El PRI es el equivalente ideológico en México a lo que en España es el PSOE. (Javier Navascués Pérez)
La prodigalidad
En unas colonias de verano un niño contó el siguiente chiste: Era un hombre tan tacaño, tan tacaño que no daba ni los buenos días. La tacañería encoge el corazón, lo hace pequeño, tan pequeño como lo que da; la tacañería entristece la vida, la deshumaniza. La prodigalidad es un vicio contrario a la munificencia, pues hace gastos excesivos en cosas innecesarias y puede llegar más allá de los propios medios económicos por falta de prudencia. (Julián Jarabo Ruiz – AVE MARÍA)
El padre Solá habla del demonio (43)
Ha habido santos que han tenido la posesión angélica pero como los ángeles no hacen nada raro, al contrario, la gente ve allí una persona buenísima, un hombre muy pacífico: «ay qué buena es esa persona, qué santa, qué tranquila, nunca se enfada, angelical…» Una persona angelical. No llamaría la atención. Solamente esto, es muy buena, muy buena… A nadie se le ocurrirá pensar que tiene un ángel dentro. En cambio cuando es el diablo, como hace cosas tan raras, tan espectaculares, entonces es cuando se dan cuenta de que realmente existe un ser superior y un ser maligno. Porque todo lo que hace, lo hace mal. (P. Francisco de Paula Solá S.J.)
Pudor y castidad (127)
Viviendo así, la pretendida soledad del célibe no es sino una plenitud constante de compañía. Y también la devoción a María es una inmensa ayuda para la virginidad, como lo han enseñado tantos santos desde hace mucho tiempo: “Para mí -decía San Jerónimo- la virginidad es una consagración en María y en Cristo” (ML 22, 405). (José María Iraburu)
Positivamente, todas las virtudes cristianas: obediencia, laboriosidad, castidad, pobreza, etc., todas concurren al perfeccionamiento de la virginidad. Pero sobre todo -el amor a Jesucristo, la oración asidua, continua, prolongada, que hace crecer en el célibe “su intimidad con Cristo” (Sacerd. coelib. 75), y -el amor al prójimo, en una vida de entrega total, que halla siempre a Cristo en los hermanos. (José María Iraburu)
Es bastante obvio que el liberalismo, y más en su versión religiosa, ha escandalizado a muchos. Es decir, ha hecho tropezar a muchos cristianos. Ha inducido a confusión. Ha sido causa de extravío para muchos católicos, sin excluir clérigos ni obispos, desviándolos por los caminos del catolicismo liberal. Y es también obvio que esto ha sucedido especialmente con los cristianos más sensibles a los halagos del mundo y más temerosos de sus condenaciones o persecuciones. El Padre Félix Sardá i Salvany, observa cómo la iniquidad liberal instalada en la mente de sacerdotes y obispos se convierte en motivo de escándalo, es decir de tropiezo, de los fieles que, por ese motivo, terminan por encontrar aceptables las opiniones liberales. (Javier Ravasi)
San Agustín decía: Ya que “la virginidad es un espléndido don de Dios en los santos, es preciso velar con suma diligencia, no sea que se corrompa por la soberbia. La guardiana de la virginidad es la caridad, pero el castillo de tal guardiana es la humildad” (ML 40, 415.426). (José María Iraburu)
En 1917 la política antirreligiosa se aceleró con el gobierno del presidente Venustiano Carranza, que había derrotado a los célebres caudillos revolucionarios Pancho Villa y Emiliano Zapata, pero que él mismo era totalmente anticlerical. Promulgó la Constitución de 1917, muy antirreligiosa que prohibía la enseñanza religiosa y nacionalizaba los bienes eclesiásticos. Pío XI la condenó duramente en su encíclica Iniqus Affictisque en 1926. El notablemente corrupto Carranza fue derrocado por el general Álvaro de Obregón en 1920, siendo muerto por uno de sus oficiales. Obregón, también antirreligioso, gobernó hasta 1924, año en que llegó al poder el general Plutarco Elías Calles, cuyo gobierno se caracterizará por una brutal persecución anticristiana. (Javier Navascués Pérez)