mariaIldefonso Rodríguez Villar
Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgica
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965

1º Pobreza de espíritu. -Es evidente que la pobreza de espíritu o el espíritu de pobreza es lo que da valor y mérito a esta virtud… -No es virtud la mera carencia de bienes de fortuna… y así hay muchos pobres que no practican esta virtud, a pesar de no poseer nada… y, en cambio, puede darse verdadera pobreza de espíritu en medio de la misma opulencia.

Esta pobreza de espíritu, como la llama Jesucristo en sus bienaventuranzas, consiste en el desapego del corazón de toda riqueza, hacienda y bienes materiales…, de suerte que (ni se ponga el alma en las riquezas…, ni las riquezas en el alma», como dice San Francisco de Sales. -La raíz de esto, brota de la profunda convicción que debemos tener, de que nada de cuanto existe es nuestro con dominio completo…, total… y absoluto… aunque lo poseamos con legítimo título y podamos decir con verdad «esto es mío»… pues al fin, el único dueño y señor absoluto de toda la hacienda, es Dios.

Respecto de los bienes de fortuna, no tenemos nosotros otra relación que la de meros administradores de ese único y supremo Señor… y por lo mismo, no podemos disponer de ellos a nuestro antojo, sino dentro de las órdenes y disposiciones de su legítimo dueño.

El abusar de las riqueza…, el apetecerlas y desearlas… y el trabajar por atesorarlas…, o si no se poseen, lamentarse de su carencia…, quejarse ante Dios y maldecir de su suerte…, al mismo tiempo que se fomentan afectos de envidia hacia los que tienen mucho…, todo esto, es contrario a la pobreza de espíritu.

Escucha, en cambio, a San Pablo, que dice: «Todo lo considero como basura, asquerosa y despreciable, en comparación de la única riqueza que es ganar a Cristo.>> -Por tanto, el pobre de espíritu debe Vivir contento con su indigencia, si Dios le ha puesto en ese estado…, comprendiendo que con eso tiene facilitado, en grado sumo el camino de la santidad…, y si tiene fortuna, la ha de emplear en bien de sus hermanos, evitando la avaricia…, la ambición…, el deseo de atesorar y aumentar más y más sus caudales…, poniendo su corazón en los bienes eternos del Cielo… y no sepultándolo en los miserables y caducos de la tierra.

Ya hemos dicho que así fué la Santísima Virgen… Vivió siempre en pobreza actual, pero a la vez con un espíritu admirable de la misma… ¡Qué despego el suyo! ¡Qué diferencial… ¡Qué poco valor daba a todo eso que constituye los bienes de fortuna! Sus bienes y su fortuna estaban reconcentrados en un solo objeto, ¡en su Jesús… Eso era lo que ambicionaba…, lo que no quería perder…

De ahí aquella avaricia santa de no desperdiciar ni una de sus palabras…, ni una de sus acciones…, sino que las guardaba todas en el secreto de su corazón, para luego a solas…, como el avaro con sus riquezas, recrearse en recordarlas…, meditarlas…, saborearlas. -Con Jesús no la importaba nada de lo de la tierra. -Los Magos la dan una respetable cantidad de oro…; lo acepta agradecida, pero según el sentir de los Santos Padres, lo repartió en seguida entre los pobres. ¡Qué desprendimiento y qué desprecio a la vez del oral…

2º Sus ventajas inmensas. -Tan inmensas y tan múltiples son, que es difícil sólo el enumerarlas. -Ante todo, la pobreza de espíritu constituye el primer punto del sermón de la Montaña. -Es la primera de todas las bienaventuranzas, a la que Cristo promete solemnemente la posesión del reino de los Cielos. -La pobreza constituyó uno de los temas más importantes de su predicación… ¡Cómo anatematizaba a los ricos!… ¡Qué difícil les puso la entrada en los Cielos!… Más que el paso de un camello por el ojo de una aguja.

Además, quiso darnos ejemplo acabadísimo de la pobreza afectiva y efectiva… ¿Quién le obligó a nacer…, a vivir…, a morir tan pobremente?… La joya preciosa con que quiso adornarse en su vida, fue la pobreza. -A los que dejaron todo por seguirle, les hizo apóstoles…, santos…, pero a los cobardes y apegados al dinero, no les dio nada. El joven del Evangelio a quien invita a ser pobre por Él, hubiera sido eso…, uno de sus apóstoles… o de sus discípulos…, quizá una gran figura en su Iglesia, y un santo grande en el Cielo…, pero no quiso dejar su posición y su fortuna, y ya no se habla más de él en el Evangelio…; lo perdió todo por no dejarlo todo voluntariamente.

La pobreza, además, lleva consigo un cortejo lucidísimo de otras virtudes…:

  1. a) privaciones frecuentes y aún continuas en la comida, en el vestido, en el modo de vivir…
  2. b) Por lo mismo, es un ejercicio no interrumpido de mortificaciones exteriores y corporales… y también de las interiores del espíritu…
  3. c) Al pobre, no le faltarán abandonos…, desprecios…, humillaciones…, indiferencia…, ingratitudes y faltas de correspondencia, por parte de los poderosos, que se desdeñarán en mirarle…, en alternar con él.
  4. d) Con esta pobreza va unida la necesidad del trabajo corporal…, molesto y fatigoso…, pero a la vez le hará confiar más y más en la Divina Providencia, de la que principalmente vive y de la que lo espera todo…
  5. e) Por lo mismo, la pobreza engendra espontáneamente un gran espíritu de oración, pues nadie mejor que el pobre, siente su absoluta necesidad…
  6. f) En fin, la pobreza hace al entendimiento más claro para comprender el -verdadero valor de las cosas de la tierra…, y al corazón, más libre de apegos y preocupaciones, para poder volar mejor a Dios sin nada que ate o ligue sus alas.

Medita bien todo esto, para que estimes como se debe a esta divina virtud y verás cómo no _te extrañará el amor que la tenía la Santísima Virgen y la alegría con que vivía abrazada a ella.

3ª Tu pobreza de espíritu.- Has de trabajar por adquirir esta virtud tan necesaria…, si estás en posición desahogada, para ejercitar la virtud de la pobreza y de la caridad entre los pobres a quienes debes socorrer…; si Dios te da a sentir los efectos de la pobreza actual, para saber agradecer este beneficio y verte semejante a Cristo y a Ma­ría, pobres por nuestro amor. -Que nunca olvides el ejemplo de un Judas, que por amor a las riquezas y por su avaricia, cayó en su negra y espantosa traición…; que aprendas de Ma­ría a trocar el oro terreno de los Magos, por el oro preciosísimo de la caridad con el prójimo…, por el oro valiosísimo de la abnegación y del sacrificio.

¿No pensaría Cristo en su Madre…, en nuestro gran modelo, cuando proclamaba la dicha y la bienaventuranza de la pobreza?… ¿Te pareces algo a Ella en esto?… ¿No tienes aspiraciones mundanas de brillo…, de alabanzas…, de deseo de figurar?…- ¿Piensas mucho en que el reino de los Cielos es para los pobres de espíritu y humildes de corazón?… ¿Tienes muy presentes las palabras de tu Madre, de que «Dios a los pobres les llena de bienes… y deja vacíos a los ricos del mundo»? . ¿Te complaces en visitar a los pobres…; tratarlos…, socorrerlos?… ¿Te avergüenzas, quizá, de alguno de tu familia por ser pobre o vestir pobre?… ¿Te gusta hacer alarde de nobleza y de riqueza entre los demás? Pide a Cristo y a Ma­ría su pobreza, que esa es su herencia.