Padre Jesús González-Quevedo, S.I.
Salamanca, 1971
- d) De ahí que las adaptaciones debían ser muy pensadas, y en manera alguna arbitrarias. Nada de cambiar por cambiar. Al contrario. Es prudente, como enseña Santo Tomás, no cambiar si no es para mejor. Verdad evidente que siempre deberíamos tener en cuenta, pero mucho más si miramos, como quiere el Vaticano II «los signos de los tiempos».