Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 226, marzo de 1998
En marzo meditamos dos temas que han de ser motores de nuestro avance espiritual.
A.- La fiesta dolos Mártires de la Tradición del 10 de marzo, se incluye en la fiesta más amplia de los mártires españoles de todas las épocas y de todas las persecuciones. Sin embargo, no debemos olvidar que los mártires de la Tradición católica española son mártires en el pleno sentido de la palabra, porque morir por la defensa de la Tradición católica española, frente al liberalismo y el marxismo, es morir por la fe católica y por el triunfo del reinado de Cristo en nuestra patria.
Los mártires son pocos en comparación con el gran número de los que no lo fueron. No temieron los números. Temieron traicionar a la Verdad. Hoy somos los menos, somos pocos en medio del ruido de los que siguen al mundo. ¿Llevamos a Cristo Rey en nuestro corazón? ¿Gritamos en nuestro interior ante la faz de la Tierra, ¡Viva Cristo Rey!, sabiendo que no podemos pactar con nadie, con mengua del ideal?
B.-San José, Patrono de la Iglesia, es Patrono de las vocaciones al sacerdocio. Hay más de cien mil pueblos grandes en América hispana sin sacerdotes. En España son muchos los pueblos pequeños sin sacerdotes. Lo mismo en las grandes naciones de historia cristiana con un número de sacerdotes más escaso. Y nada digamos de los países de tierra de misión. Es el mayor problema que tiene la Iglesia. Es el mayor obstáculo para la evangelización del Inundo. ¿Oramos a diario para que mande el Señor obrero a su viña? Los padres y madres cristianos de nuestra Asociación, ¿piden cada día para que sean sacerdotes uno de sus hijos? Mi madre me escribía: “Que seas un día sacerdote, un gran apóstol, un hombre de oración”. Pese a mis infidelidades la oración de mi madre fue eficaz, como es la oración de todas las madres. No digáis, madres: Si tiene vocación no me opondré en manera alguna”. Decid así: “Cada día ruego y me sacrifico y suplico que sea sacerdote alguno o algunos de mis hijos”. Esto nos inspira S. José.