hitoIsabel

El secreto de María

Guárdate bien, alma predestinada, de creer que es lo más perfecto ir todo derecho a Jesús, todo derecho a Dios; tu obra, tu intención poco valdrá; pero yendo por María será la obra no tuya, sino de María en ti, y será por consiguiente, muy levantada y muy digna de Dios.

Guárdate bien de hacerte violencia para sentir y gustar lo que dices y haces; dilo y hazlo todo con la fe viva que María tuvo en la tierra, y que a su tiempo Ella te comunicará. Deja a tu Soberana, pobre esclavillo, la vista clara de Dios, los transportes, los gozos, los placeres, las riquezas, y no tomes para ti más que la fe pura, llena de disgusto, de distracciones, de fastidio, de sequedad. Di amén (así sea) a todo lo que hace en el cielo María, tu Soberana. Nada mejor puedes hacer por ahora. (San Luis Mª Grignion de Montfort)

La mujer

Edith Stein

Los esfuerzos por conseguir el cambio, más que necesario, han producido su efecto, si bien con graves crisis en su desarrollo: crisis causadas en parte por la pasión, tanto de las pioneras del movimiento femenino como de sus oponentes -de hecho las dos partes combatían con argumentos simplemente humanos-, en parte por la inercia de la masa amorfa que se estanca en el uso antiguo sin examinar objetivamente la realidad. Incluso la misma revolución ha traído consigo un cambio imprevisto en este campo, y el retroceso económico ha llevado a ganar seguidoras entre aquellas que estaban lejos de cualquier preparación profesional. Por eso el estado de las cosas en que nos encontramos hoy no es el resultado de un desarrollo normal, de ahí que no es el más favorable para una reflexión profunda.

Política sin razones

Una versión más demagógica del populismo procede de la invocación de las expectativas de la “gente”. Término genérico, qualunquistico, con el que se busca legitimar una política de “mediación”, es decir, una política que recoja las expectativas de los gobernados, todas las expectativas de los gobernados. El hombre político sería el intérprete de los deseos del pueblo. La política no sería ciencia (ética) y arte del bien común, sino acivilad de “moderación” y distribución a partir de las demandas de los individuos y de las pretensiones de los grupos. La política no tendría razones; su naturaleza radicaría sólo en el éxito, para el que resultan útiles todos los mitos y las categorías ideológicas de lectura de la realidad, elaboradas por cualquier “sistema”. (Danilo Castellano – VERBO)

No querer pecar

La manera de resistir varonilmente este tipo de tentaciones es la decidida voluntad de no querer pecar.

La valentía se demuestra no haciendo caso de este tipo de pensamientos. Así como cuando salen algunos perritos a ladrar a uno, si no hace caso de ellos, luego se van, pero si se les hace caso vuelven a ladrar. El remedio es no hacer caso. De tal modo que cuando más malos son menos caso habremos de hacer por ser menos peligrosos, porque están más lejos de vuestro consentimiento. ¿Por qué lo intenta el demonio? Para que os pongáis nerviosos, caigáis en tristeza y en desánimo, al ver que estáis tan asediados. (Jaime Solá Grané – La castidad, ayer y hoy)

Libertad sensual

La libertad que Iglesia, fieles, sociedades y Zeitgeist tenían según la definición liberal era la libertad de abandonar los dogmas en nombre de la paz social, la conservación de la moralidad “obvia” aceptada por todos y el peligro de suscitar divisiones útiles tan sólo a los ateos caso de que se continuaran las discusiones dogmáticas. Y la libertad de perder la protección del Estado y todas las demás autoridades de gran utilidad para la perfección del individuo. Y la libertad de suprimir la intervención autoritativa para evitar la conquista del poder social por los individuos más fuertes del tiempo y del lugar. Y la libertad de experimentar la satisfacción de sus impulsos sensuales y pasiones incontroladas, las económicas para empezar, pero también las de los pervertidos sexuales de hoy y la de los locos de todo tiempo. (John Rao – VERBO)

La política y la Iglesia

Y esto está totalmente en contradicción con el liberalismo también moderado y democristiano que se sostiene sobre el error rousseauniano de la bondad natural del hombre. Y también en el Vaticano II, frente al sofisma de “la Iglesia libre en el Estado libre”, que es el slogan sobado que se viene repitiendo, se nos aclara: “La comunidad política y la Iglesia son, en sus propios campos, independientes y autónomas la una respecto de la otra. Pero las dos, aunque con diverso título, están al servicio de la vocación personal y social de los mismos hombres. Este servicio lo prestarán con tanta mayor eficacia cuanto ambas sociedades mantengan entre sí una sana colaboración, siempre dentro de las circunstancias de lugares y tiempo”. (Mn. José Ricart Torrens – Catecismo Social)

 

Homosexualidad y esperanza

Kaplan: «En cierto sentido, el homosexual tienen mucho en común con el narcisista, que tiene una relación amorosa consigo mismo. El homosexual, sin embargo, es incapaz de amarse tal como es, ya que está demasiado insatisfecho consigo mismo; en vez de ello, ama su ego ideal, representado por el compañero homosexual que ha elegido. De tal modo, para esta clase particular de individuo, la homosexualidad se transforma en una extensión del narcisismo”. (Asociación Médica Católica – AMCA)