LifeSiteNews/lnfoCatólica – 30.6.2018)
El Obispo Joseph Strickland, de la diócesis de Tyler (Texas – EE.UU.), expresó el poderoso mensaje del plan de Dios para la vida humana, en su homilía del domingo 24 de junio, en la solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista.
Dijo: «Necesitamos a Dios en todos los aspectos de la vida matrimonial», al mismo tiempo que recordó que «los actos conyugales deben estar abiertos al don de la vida».
Los católicos que usan anticonceptivos deben abstenerse de recibir a la Sagrada Comunión, dijo él también, hasta que alineen sus vidas al plan de Dios.
«La misericordia de Dios siempre está con nosotros”, dijo el obispo, «pero su misericordia nos llama a alejarnos de la falsedad y abrazar la verdad sin importar cuán desafiante sea para todos nosotros vivir vidas castas».
Los padres de San Juan, Zacarías e Isabel, son modelos para las parejas modernas, dijo el obispo, porque escucharon la voz del Señor y no del mundo, con respecto a su matrimonio y su hijo.
Observar los Mandamientos de Dios en todos los aspectos de la vida matrimonial es difícil y desafiante, dijo el obispo, pero da hermosos frutos.
«No es que Dios necesite ser parte de la unión matrimonial», dijo el obispo Strickland. «Más bien, Dios necesita ser parte de todo tu matrimonio, las 24 horas de los 7 días de la semana».
«La unión matrimonial es sólo una parte de su vida juntos como esposo y esposa. Dios está presente y desea elevar todos los aspectos de su vida conyugal. Y para muchas parejas, Él es excluido de sus momentos más íntimos».
Citando la Encíclica «Humanae Vitae», del Papa Beato Pablo VI (25.7.1968), el Obispo Strickland expresó cómo cualquier acción tomada para prevenir la procreación es intrínsecamente pecaminosa e inmoral.
«Esas son palabras desafiantes, que el mundo escuchó hace 50 años, pero traen una belleza de lo que Dios desea para cada pareja a cada persona».
Expresó la esperanza de que los católicos puedan aprender más sobre la hermosa verdad que la Iglesia enseña y abrazarla con los corazones abiertos.
(EL PAN DE LOS POBRES)
En artículos anteriores, hemos señalado algunas incongruencias gruesas que anidan en el (pido perdón por el oxímoron) pensamiento político contemporáneo y hacen inevitable la tragedia catalana. Así, por ejemplo, hemos advertido que es contradictorio (amén de demencial) consagrar un derecho de autodeterminación individual (para cambiarse de sexo, por ejemplo) y a la vez pretender reprimir un derecho de autodeterminación colectiva. También hemos advertido en otro artículo anterior del peligro que supone pretender defendernos del separatismo aferrándonos a textos legales nefastos que antes le dieron alas, pues es tanto como querer sanarnos con lo que antes nos enfermó. Como somos amigos de Platón, pero más amigos aún de la verdad, hoy quisiéramos señalar otra aporía que anida en nuestro (pido perdón por la hipérbole) orden jurídico, amparador de todas las ideas políticas -¡incluso de las que atentan contra la supervivencia de la comunidad política!-, con tal de que se defiendan “por vías democráticas”. Un orden jurídico, en fin, que ampara la existencia de partidos y asociaciones separatistas que postulan la ruptura con España. Pero, una vez amparada esta perversión (pues permitir aquello que atenta contra el bien que supuestamente se defiende es, en efecto, una perversión filosófica y moral), nuestro orden jurídico pretende que esos partidos separatistas no puedan llevar a cabo su anhelo, arbitrando unos procedimientos legales que hacen imposible su realización.
* Jesús no pide lo perfecto porque es difícil, sino porque es la mayor gloria de Dios.