D. José Guerra Campos El octavo día Editorial Nacional, Torrelara, Madrid, 1973
P.: La religión liga al hombre con su conciencia, de acuerdo, pero éste es un asunto personal. ¿Es que existe además una dimensión social?
R.: Me parece una pregunta muy pertinente, porque, como es sabido de todos los televidentes, una cierta exageración de la libertad interior o independencia frente a la presión o coacción externa ha llevado a una interpretación simplista, que podríamos llamar, para entendernos, la interpretación puramente liberal, según la cual la religión es asunto personal, asunto de la intimidad, mientras la sociedad, y sobre todo el poder público y el Estado como tales, no tienen nada que hacer en materia religiosa.
Según el pensamiento de la Iglesia, esto no se puede aceptar. Sin infringir para nada el respeto que se debe a la intimidad de las conciencias, la Iglesia proclama que todo lo humano tiene dimensión social. El hombre no existe aislado, ni mucho menos introvertido en su propia intimidad; el hombre vive en sociedad. Y la misma sociedad tiene, en materia religiosa, al menos dos deberes morales: primero, reconocer y fomentar con condiciones propicias la vida religiosa interna de cada persona; segundo, como tal sociedad reconocer a Dios, declarar que Dios es una realidad importante, la más importante, de la vida individual y social y, en consecuencia, rendirle el homenaje que, como tal realidad suprema, le corresponde.
* 11.000 misioneros españoles escucharon «levántate» llaman a no permanecer indiferentes.
* «Es menester ánimo en la vida». «A pesar de todo: ¡Viva la alegría!» (San Juan-Théophane Vénard).
* La existencia de Dios es una conclusión lógica del examen de todo lo que nos rodea y conocemos. No hay reloj sin relojero, ni mundo sin Creador.
* Inmediatamente después de la muerte tiene lugar el juicio particular, en el cual la sentencia divina decide el estado eterno de los que han fallecido.
* «Los días que pasa nos revelan cada vez más la insuficiencia de esta vida. Surgen en nosotros aspiraciones que ellas no satisface en absoluto. Se siente la necesidad de buscar más allá y más arriba» (Armonía Cartujana).
* «El Renacimiento terminó con la naturaleza sin gracia; el protestantismo, con la fe sin magisterio y pulverizada en mil sectas; el liberalismo de la Revolución Francesa en un caos de capitalismo desenfrenado y desórdenes sociales. Y guillotina diaria» (Mn. Ricart Torrens).
Teresa Enríquez fue una dama de la nobleza castellana, famosa por su religiosidad y su dedicación a las obras de caridad. Una vez que falleció su marido, Gutierre de Cárdenas, contador de los Reyes Católicos y alcalde de Toledo, se entregó completamente a las obras de caridad y a la adoración del «Santísimo Sacramento». Fue la responsable, por tanto, de la fundación del «Monasterio de Torrijos» y del convento de la Concepción así como la fundadora de la Hermandad del Santísimo Sacramento de Torrijos, la cual fue la primera de España.
Una Epopeya misionera
Padre Juan Terradas Soler C. P. C. R
V
CATOLICISMO E HISPANIDAD (5)
¡Americanos! En este llamamiento a la unidad hispana no veáis ningún conato de penetración espiritual de España en vuestras Repúblicas; menos aún la bandera de una confederación política imposible. Unidad espiritual en el catolicismo Universal, pero definida en sus límites, como una familia en la ciudad, como una región en la unión nacional, por las características que nos ha impreso la Historia, sin prepotencias ni predominios, para la defensa e incrementos de los valores e intereses que nos son comunes.
Seamos fuertes en esta unidad de hispanidad. Podemos serlo más, aun siéndolo igual que en otros tiempos, porque hoy la fortaleza parece haber huido de las naciones. Ninguna de ellas confía en sí misma; todas ellas recelan de todas. Los colosos fundaron su fuerza en la economía, y los pies de barro se deshacen al pasar el agua de los tiempos. Deudas espantosas, millones de obreros parados, el peso de los Estados gravitando sobre los pueblos oprimidos, y, sobre tanto mal, el fantasma de guerras futuras que se presienten y la realidad de las formidables organizaciones nihilistas, sin más espíritu que el negativo de destruir y en la impotencia para edificar.
El espíritu, el espíritu que ha sido siempre el nervio del mundo; y la hispanidad tiene uno, el mismo espíritu de Dios, que informó a la Madre en sus conquistas y a las razas aborígenes de América al ser incorporadas a Dios y a la Patria. La Patria se ha partido en muchas; no debe dolernos. El espíritu es el que vivifica. Él es el que puede hacer de la multiplicidad de naciones la unidad de hispanidad.
La Hostia divina, el signo y el máximo factor de la unidad, ha sido espléndidamente glorificada en esta América. Un día, y con ello termino, una mujer toledana, “La Loca del Sacramento”, fundaba la Cofradía del Santísimo, y no habían pasado cincuenta años del descubrimiento de América, cuando esta Cofradía, antes de la fundación de la Minerva, en 1540, estaba difundida en las regiones de Méjico y el Perú. Otro día, Antonio de Ribera, coge de los campos castellanos un retoño de olivo y lo lleva a Lima y lo planta y cuida con mimo; ocurre la procesión del Corpus, y Ribera toma la mitad del tallo para adornar las andas del Santísimo; un caballero lo recoge y lo planta en su huerta, y de allí proceden los inmensos olivares de la región. Es un símbolo: el símbolo de que la devoción al Sacramento ha sido un factor de la unidad espiritual de España y América. Que este magno acontecimiento del Congreso Eucarístico de Buenos Aires sea como el refrendo del espíritu católico de hispanidad, el vínculo de nuestra unidad y el signo que indique las orientaciones y destinos de nuestra raza.
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho». Le contestó: «Voy yo a curarlo». Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: «Ve», y va; al otro: «Ven», y viene; a mi criado: «Haz esto», y lo hace». Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe».
Don Manuel
* La Santísima Trinidad es el misterio del Amor eterno.
* Sin lugar a dudas, la mayor empresa de nuestra vida es la Gloria de Dios y la salvación de las almas.
* Dios es infinitamente Amor. Dios es mi Padre. Dios me ama. Dios me espera en el Cielo para participar en su infinito Amor.
* El Corazón de Jesús dijo a Santa Margarita María: «Las mortificaciones y humillaciones que vengan sobre ti, las debes aceptar como prendas de mi Amor».
* El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo a cuyo misterio de felicidad estamos llamados. Santo Tomás de Aquino dice: «La visión de la Trinidad: he aquí el sabroso y fin de toda vida humana».
Durante los últimos 25 años, la Iglesia se ha trasladado a 179 nuevos territorios de misión, donde ha celebrado un 1.251.628 bautismos, fundado 26.898 instituciones sociales y 119.000 instituciones educativas.