Madre Teresa de Calcuta

D. José Guerra Campos
El octavo día
Editorial Nacional, Torrelara, Madrid, 1973

Se nos habla de respeto al pluralismo. Respondemos que, sin duda, merece respeto la libertad creadora en el ancho campo de lo opinable, y que no hemos de restringir arbitrariamente este campo; pero tampoco hemos de caer en el escepticismo absurdo. Ante las desviaciones manifiestas, sobre todo, contra el bien máximo, el respeto y el servicio a la libertad de los demás no consiste en la aceptación ecléctica de un pluralismo caótico. Hay que favorecer la libertad para el bien; y en cuanto a lo demás, la esencia razonable y cristiana de la libertad social o civil importa tres posturas:

La primera, no coaccionar, no violentar a quienes no perciben o no viven los valores; ser pacientes con quienes están en su búsqueda.

La segunda, que tendemos, desgraciadamente, a omitir, proponerles el bien, estimular la atención de los interesados hacia ese bien.

La tercera, defenderse y defender a los hermanos, particularmente a los más débiles, contra la agresión injusta de quienes traten de proyectar su propia oscuridad o su propia turbulencia sobre los demás.

Jesús nos dijo emocionadamente hablando de la oración: ¿si tu hijo te pide pan, le darás una piedra?; ¿si tu hijo necesita un pez, le darás una serpiente?; ¿si tu hijo necesita un huevo, le darás un escorpión? (Cfr. Lc. 11, 11-12).

Hermanos, que nuestro respeto sincerísimo a la libertad de los demás no consista nunca en esta operación monstruosa de dar escorpiones a nuestros hermanos, especialmente a los pequeños, los que respecto de la patria son de verdad hijos. Y que en esta labor de servicio a las exigencias auténticas de la libertad, camino del bien, no dejemos solas a las autoridades o no nos limitemos a reclamar de ellas, sino que cooperemos todos, conscientes de que se trata no de una limitación de la libertad, sino de su defensa, del ejercicio de un deber y de un derecho.