Es sorprendente que seglares y eclesiásticos usen a menudo el latiguillo: “No queremos volver a un Estado confesional”; “no hablo de la confesionalidad”. Como si la confesionalidad del Estado fuera una herejía. Dice exactamente lo contrario Monseñor Guerra Campos, Secretario de la Conferencia Episcopal Española y obispo de Cuenca, que en gloria esté. La Facultad de Teología del Norte de España de Burgos, publicó el trabajo de D. José, “Confesionalidad religiosa del Estado”, en el que afirma: “la Confesionalidad en el sentido pleno deseado por la Iglesia, implica un acto de fe, y el juicio de valor acerca de la verdad que esto supone no sólo no es imposible o indebido, sino que lo requieren expresamente los documentos de la Iglesia”. Hermanos, leamos los documentos de la Iglesia, para no cometer errores tan perniciosos y falsos.
El Régimen político de Franco y de los católicos españoles, fue un régimen de confesionalidad católica del Estado. San Juan XXIII dijo: Franco da leyes católicas, ayuda a la Iglesia, es un buen católico: ¿qué más se quiere?”. Cuando el Papa que convocó el Concilio Vaticano II, dijo estas palabras, hacía casi 24 años que Franco era Jefe del Estado Confesional de España.
El obispo santo, sabio y valiente, que fue Guerra Campos, en su trabajo “Franco y la Iglesia Católica, inspiración cristiana del Estado”, ha dejado escrito:
“Las manifestaciones elogiosas sobre Franco emitidas durante decenios por los Papas y los Obispos son tales – por su contenido, su unanimidad y su persistencia – que difícilmente se hallaría nada comparable en relación con ninguna otra persona en los últimos siglos. Esto – independientemente de la opinión de unos u otros observadores – constituye un hecho histórico de primera magnitud; y es sin duda signo de una actitud eclesial, no de las llamadas oportunistas, sino dimanante de la entraña de la misión de la Iglesia. Habrá después oportunismo en los procedimientos de algunos sectores eclesiásticos que deseaban cambios políticos y que envolvieron a la persona de Franco en silencios y veladuras; pero no pudieron modificar el juicio autorizado de la Iglesia sobre la persona, que permaneció intacto hasta el final y se renovó con inusitada solemnidad en todas las Diócesis a la hora de su muerte (1975)”.
La España Cristiana, la España de la Unidad Católica, la España de la Cristiandad, evangelizó y civilizó 21 naciones, “una obra sin par en la historia humana”, como dijo en varias ocasiones San Juan Pablo II. ¿Qué hizo la República en sus dos períodos en España? ¿Qué hizo el comunismo en España? ¿Qué está haciendo la democracia en España? La obra más perversa: desterrar a Dios de la política. Descristianizar España. Paganizarlo todo.
Nosotros queremos que se instaure en España el Reinado Social de nuestro Señor Jesucristo, tal y como enseña el Magisterio de la Iglesia. Queremos que Cristo reine en los corazones, en las familias, en los pueblos. Queremos que España, la Hispanidad y el mundo sean de Cristo Rey y de María Reina.
P. Manuel Martínez Cano, mCR