padre proDesterrado con otros jesuitas por la persecución carrancista, continuó sus estudios sacerdotales en los Estados Unidos y en Europa. Desempeñó el oficio de profesor en el colegio de la Compañía en la ciudad de Granada, en Nicaragua. En Bélgica estudió teología y allí fue ordenado sacerdote, en 1925. Gozaba de gran talento práctico, pero tenía dificultad para llevar adelante los estudios especulativos. Su temperamento era jocoso, bromista y agudo.

 

padre proSu salud no era buena, por esa razón los Superiores decidieron enviarlo a México, para que no fuera a morir lejos de su tierra. Llegó a México en lo más borrascoso del conflicto religioso, cuando los obispos habían mandado cerrar los templos y suspender el culto, en protesta contra la ley de Calles que obligaba a los sacerdotes a registrarse, y les prohibía todo acto de culto exterior, aun en las casas particulares.

El padre Pro se dedicó intensamente al ministerio sacerdotal y ayudaba a toda clase de personas; pero su preferencia y compromiso por la gente pobre del pueblo, a la que daba alimentos y donativos que conseguía, quedó manifiesta a los ojos de todos.

Su valentía y buen humor jamás disminuyeron, a pesar de tantos contratiempos.

padre pro (2)¿Por qué lo mataron?

El 13 de noviembre de 1927, hubo un atentado dinamitero contra el reelecto general Obregón, del que acusaron de complicidad al padre Pro y a sus hermanos. El 18 de ese mismo mes, fueron aprendidos y encarcelados; al enterarse, el ingeniero Luis Segura Yilchis, verdadero autor del atentado, se presentó voluntariamente en la inspección de policía, declarando que los hermanos Pro no tenían ninguna participación en el hecho. Con todo, no se les otorgó la libertad.

padre proEl 23 de noviembre, sin haberle probado el delito, más aún, sin haberle hecho el proceso judicial de rigor y ni siquiera haber terminado el acta policíaca, Calles ordenó que fuera pasado por las armas, junto con sus hermanos. La verdadera intención de Calles, según él mismo declaró en una ocasión, era atemorizar a los demás sacerdotes mexicanos.

Así, el 23 de noviembre de 1927, a las diez de la mañana, un policía gritó el nombre del padre Pro a la puerta de la celda. Miguel Agustín salió, se encontró con un patio lleno de tropa y de invitados como a un espectáculo, una multitud, unos seis fotografos y varios miembros del Cuerpo Diplomático.

Miguel Agustín caminó sereno, y tuvo tiempo de oír a uno de sus aprehensores que le decía: «Padre, perdóneme».

– No sólo te perdono, te doy las gracias.

Después, preguntaron al padre su última voluntad.

– Que me dejen rezar.

Se hincó delante de todos, y con los brazos cruzados estuvo unos momentos en recogimiento, ofreciendo su vida por México.

Se levantó, abrió los brazos en cruz, pronunció claramente, sin gritar: «Viva Cristo Rey», y después de recibir los impactos cayó al suelo, donde le dieron el tiro de gracia.

 

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Agustín Pro fue beatificado por S.S. Juan Pablo II, el 25 de septiembre de 1988, dándole el título de mártir. Sus restos se veneran  en el templo de la Sagrada Familia, en la Colonia Roma de la Ciudad de México, en la esquina de Orizaba y Puebla. Allí acuden muchos cristianos a recordar los ejemplos del beato, a pedir su intercesión y agradecer sus innumerables favores.