marcelino menendez pelayoMarcelino Menéndez y Pelayo
Cultura Española, Madrid, 1941

Casi aI mismo tiempo nacía en Castilla y en, Cataluña la prosa histórica y didáctica, adulta y robusta desde sus principios, sin deber nada a provenzales ni a franceses, apta ya para expresarlo todo, desde la astronomía hasta la metafísica; prosa grave y familiar a un tiempo, llena de, noble majestad y de candorosa sencillez, adecuada mas que otra ninguna para el tono paternal de los amonestamientos, castigos y doctrinas con que el príncipe corrige a su pueblo, y el sabio corrige al príncipe, como en los libros orientales; prosa que es la expresión misma del sentido común, acaudalada por la experiencia propia y ajena, enriquecida con los tesoros de Levante  y de Poniente, heredera de la gravedad estoica y del sutil pensar  ce nuestro Séneca, por cuyos labios la conciencia española formuló, por primera vez,  su imperativo categórico; heredera de la ciencia enciclopédica del grande Isidoro, y finalmente adornada Y», embellecida con todas aquellas peregrinas sentencias, apólogos y proverbios que desde su nativa y remotísima cuna de la India venían pasando por los bazares de Damasco y de Córdoba, como perlas desgranadas de un collar persa o sirio…

No fue el siglo XIII el más grande de nuestra historia, luego tuvimos otro de todo punto incomparable, el pensamiento y la acción de nuestra raza se desbordaron sobre el mundo entero, pero fue de todas suertes la España del siglo XIII memorable ensayo y providencial preparación de la España del siglo XVI.

Si en un nombre quisiéramos cifrar la grandeza de un periodo tan capital en la historia de los tiempos medios como    fue el siglo XIII, difícilmente hallaríamos alguno tan adecuado para el intento como el del Santo Rey, que ganó para Cristo [la] gloriosa ciudad [de Sevilla], y que sigue guardándola y defendiéndola como numen domestico y sombra tutelar. Entre los grandes hombres del siglo XIII español, que brevemente quedan enumerados, casi todos le representan bajo aspectos parciales, descollando entre ellos el de la actividad intelectual. Cuál es teólogo, cuál jurista, cuál filósofo, cuál historiador o poeta. Con el Salomón castellano se sentó en el solio la sabiduría, en la más plena extensión del vocablo, y desde el solio descendió hasta el pensar común, ennoblecIéndole y transfigurándole con cierto género de filosofía regia; pero el predominio del intelectualismo fue, en Alfonso el sabio, tan absorbente Y tiránico, que determino  en su espíritu un desequilibrio grande entre lo posible y lo actual, haciendo en él sueño y quimera literaria lo que había de ser magnífica realidad en Carlos V: el Imperio de España y por España cabeza y corazón de la cristiandad.

De los dos grandes Reyes aragoneses no cabe duda que bajo el aspecto del heroísmo bélico no ceden el paso di que con ser heroicas la conquista de Sevilla  y la de Córdoba, todavía hablan a la Imaginación con más prestigio épico los trances de Mallorca y de Valencia, o de la expedición a Sicilia, o de la heroica resistencia del Coll de Penissars. Pero así en el Rey Conqueridor, como  en su hijo, el heroísmo no anduvo exento de sombras y flaquezas mundanas, ya de intemperancia, ya de rebeldías, propias de la áspera e indómita condición de los hombres de la Edad Media, por lo cual no se reveló en ellos plenamente el ideal del príncipe cristiano, aunque la grandeza humana brillase en su frente con desusados resplandores.

La unión de la santidad y de la fuerza, el triunfo total del espíritu sobre los afectos domeñados, la perfección moral convertida en norma de republica y buen gobierno la vida de gracia rigiendo la vida política sólo en [nuestro] santo Rey puede encontrarse (1).

(1) «El siglo XIII y San Fernando», discurso pronunciado en el Tercer Congreso Católico Nacional de Sevilla, en octubre de 1892, publicado en la Crónica del tercer Congreso Católico Nacional Español. Sevilla, 1893 páginas 433 a 446.