Quién no cree en el infierno no puede creer en el cielo. Cristo nos ha dicho que hay una vida de eterna felicidad y otra de eterno sufrimiento.
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Franco, Católico, Apostólico y Romano ¡presente! Antonio Molle, Católico, Apostólico y Romano ¡presente! Ramiro de Maeztu Católico, Apostólico y Romano ¡presente! José Antonio Primo de Rivera Católico, Apostólico y Romano ¡presente!
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Se me acerca un sacerdote de treinta años, que veo por primera vez, y me dice: “Padre usted es mucho mayor que yo; puede darme algunos consejos”. Sí, se los di.
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Vivimos en una sociedad en la que reina el cinismo, la mentira, la hipocresía… Y, al mismo tiempo, la inocencia, la bondad, la santidad… Sí. La parábola del trigo y la cizaña.
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Cristo lo dijo bien claro: “No he venido a abolir la ley si no a perfeccionarla”. Quien no cumpla la ley moral, revelada por Dios, se condena en el infierno.
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Lo siento, si alguien no lo entiende: “Sin ley no hay conciencia moral”. Y quien no cumpla la ley de Dios, los Diez Mandamientos, ser condena eternamente en el infierno. Sufrirá atroces tormentos.
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La democracia moderna arrebató a los pueblos su auténtica representatividad política. “Los grandes partidos políticos son estructuras de pecado” ha dicho el obispo de Alcalá de Henares: Otros dicen que son ladrones de votos.
