hitosIsabel

El secreto de María

¡Ay, buen Señor! ¡Qué poca cosa es todo cuánto hacemos! Pero pongámoslo, con esta devoción, en manos de María. Una vez que del todo nos hayamos dado a ella, en cuanto darnos podamos, despojándonos en su honor de todo, Ella, infinitamente más generosa, por un huevo dará un buey; Ella se comunicará del todo a nosotros, con sus méritos y virtudes; Ella colocará nuestros presentes en la bandeja de oro de su caridad; Ella, como Rebeca a Jacob, nos revestirá de los hermosos vestidos de su primogénito y unigénito Jesucristo, es decir, de sus méritos, que a la disposición de Ella están; y así, como esclavos y domésticos suyos, después de habernos despojado de todo para honrarla, tendremos dobles vestidos (omnes domestici ejus vestiti sunt duplicibus); trajes, galas, perfumes, méritos y virtudes de Jesús y de María, en el alma del esclavo de Jesús y de María, desnudo de sí mismo y fiel a su desnudez. (San Luis Mª Grignion de Montfort)

La mujer

Edith Stein

La redención no ha llevado a la naturaleza corrompida a su estado original de golpe: Cristo ha puesto la salvación en la humanidad como una semilla de trigo que tiene que crecer, en el crecimiento interior y exterior de la Iglesia, y en el crecimiento particular de cada persona. Nosotros que nos encontramos in vía, en el camino hacia la Jerusalén celestial, experimentamos en nuestro interior la lucha entre la naturaleza corrompida y el germen de la vida de gracia que quiere triunfar y vencer toda enfermedad. Vemos que las relaciones entre los dos sexos manifiestan de modo horroroso los efectos del pecado original: la vida sensual desenfrenada en la que parece perdida toda huella de vocación superior; la lucha entre los dos sexos que discuten sobre sus derechos y no escuchan la voz de la naturaleza y la voz de Dios. Por el contrario, observamos también que la realidad es muy distinta donde la fuerza de la gracia se hace presente.

Santos humildes

No quisiera terminar sin hacer hincapié en nuestro deber; como amigos de la Ciudad Católica. Es preciso militar, no conformarse con nada y aspirar siempre a más, exigiéndonos nosotros mismos cada día más y más; exigiéndoselo a los demás y reconquistar posiciones una a una. El campo es inmenso, y no hay nadie que pueda decir que no encuentra donde o cómo actuar. Hemos de comenzar por nuestra propia vida interior entregándonos totalmente a Cristo. En Él encontraremos nuestra fortaleza. Sabemos que no somos nada, pero con Él lo podemos todo. Esto no es una frase hecha, sino que hemos de convencernos de que sólo de ese modo podremos alcanzar la casa del Padre, que es para lo que hemos sido creados. Dos mil años de cristianismo dan fe de ello. (Estanislao Cantero – Verbo)

La ley buena y la mala

Pero, primeramente, como ya observó Cicerón, “si los derechos se fundaran en la voluntad los pueblos, en las decisiones de los príncipes y las sentencias de los jueces, sería jurídico el robo, jurídico el adulterio, jurídica la su plantación de testamentos, siempre que tuvieran a su favor los votos, o los plácemes, de una masa popular”. Y es que, “para distinguir la ley buena de la mala, no tenemos más norma que la naturaleza”, con la que se discierne lo justo de lo injusto. “Pensar que esto depende de la opinión de cada uno y no de la naturaleza, es cosa de locos. (Miguel Ayuso – VERBO)

Penitencia y mortificación

“Juan vestía un manto de pelo de camello, con un  cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel de abeja silvestre. (Mat. 3, 4).

San Jerónimo escribe: Los ardientes y encendidos deseos de la carne se han de refrenar y apagar con vigilias y ayunos, con penitencias y asperezas». Así lo hacía él. San Hilarión siendo fatigado de tentaciones de carne y de pensamientos torpes, se airaba con su cuerpo y le decía: «Yo te haré, asnillo, que no tires coces, porque te quitaré la cebada y te daré solamente paja; te he de matar de hambre y  de sed, te pondré cargas pesadas, te he de fatigar con calores y hielo, para que así pienses antes en la comida que en la lascivia”. (Jaime Solá Grané – La castidad, ayer y hoy)

El liberalismo condenado

La Iglesia ha condenado el liberalismo. La “Quanta cura”, con el “Syllabus”, de Pío IX, infaliblemente anatematiza las 80 proposiciones más destacadas del liberalismo. Y los Papas, continuamente, hasta Pablo VI en su carta al cardenal Roy, en 14 de mayo de 1971, han repetido esta condena. Se explica: el liberalismo es producto del nominalismo que niega que la razón humana pueda conocer la verdad, del racionalismo que recorta su vuelo a lo puramente captable por los sentidos y rechaza todo lo sobrenatural, del iluminismo que se encierra en la autonomía en lo moral, y del calvinismo con su teoría sobre la riqueza como signo de predestinación. (Mn. José Ricart Torrens – Catecismo Social)

 

 

Homosexualidad y esperanza

Zucker: “… nos parece que la tolerancia paterna a la conducta del sexo opuesto en el momento de su aparición es instrumental en permitir que tal comportamiento se desarrolle… Lo que es único entre los niños que desarrollan un problema con la identificación sexual es que ocurren juntos una multitud de factores en un período sensitivo en el desarrollo del niño – es decir, típicamente en los primeros años de vida, el período en el que se forma y consolida la identidad del género. Debe haber un número suficiente de factores para inducir un estado de inseguridad profunda en el niño, tal que necesita una solución defensiva para poder combatir la ansiedad. Esto tiene que suceder en un contexto en el que el niño percibe que el papel sexual opuesto proporciona un sentido de seguridad o de protección”. “… nos fue imposible encontrar alguna publicación de un clínico que pensaba que los padres habían estimulado claramente la identidad masculina en sus hijos. (Asociación Médica Católica – AMCA)