El secreto de María
Entregarse así a la Santísima Virgen, es ejercitar en el más alto grado posible la caridad con el prójimo; puesto que es dar a María lo que más apreciamos para que de ello disponga en favor de vivos y difuntos.
Esta es la devoción con que se ponen en seguro las gracias, méritos y virtudes, haciendo depositaria de ellos a María y diciéndola: “Toma, querida dueña mía: he aquí lo que con la gracia de tu querido Hijo he hecho de bueno; por mi debilidad e inconstancia, por el gran número y malicia de mis enemigos, que día y noche me acometen, no soy capaz de guardarlo. ¡Ay!, que todos los días estamos viendo caer en el lodo los cedros del Líbano, y venir a parar en aves nocturnas las águilas que se levantan hasta el sol. Así mil justos caen a mi izquierda y a mi diestra diez mil; pero Tú, mi poderosa y más que poderosa Princesa, tenme que no caiga; guarda todos mis bienes, que no me los roben; te confío en depósito todos mis bienes; Depositum custodi, scio cui credidi. (San Luis Mª Grignion de Montfort)
La mujer
Edith Stein
En el matrimonio cristiano el hombre ve que su función propia como cabeza de la pequeña comunidad familiar consiste en preocuparse plenamente por la salud de este organismo: no sólo usando todas sus fuerzas para alcanzar el sustentamiento material y el progreso exterior, sino poniendo todo su empeño para que todos los miembros desarrollen lo mejor posible las capacidades que la naturaleza y la gracia le permiten.
Ello significa, en ocasiones, dirigir activamente; otras veces vigilancia respetuosa; también estímulo o lucha. Cuando en la mujer y en los hijos las cualidades se desenvuelven con intensidad y frescura, él tiene que proteger este desarrollo según su capacidad. Si se encuentra frente a individuos sin talentos y débiles, tiene que saber notar la falta de valentía y de coraje y de confianza que hace sufrir a los suyos, y debe tratar de hacer aparecer las fuerzas escondidas. Es su función precisa la de estimular en la mujer la actividad intelectual.
Historias de España
Los santos más humildes, algunos o muchos de ellos, despreciados por el mundo, lograron una obra que no se entiende más que porque no eran ellos quienes obraban sino Cristo a través de ellos. El amor a los demás, la constitución de instituciones y sociedades cristianas procedían de la fuerza que les daba su amor a Cristo, con la que superaron todos los obstáculos. No hay que desfallecer y abandonarse; y si alguien piensa que nuestra tarea es ardua, incluso la más difícil de la historia, lo que al menos a mí me parece francamente excesivo, debe ser consciente que ha sido Dios quien le ha hecho nacer en esta época y que no le han de faltar los auxilios necesarios para perseverar. Como recordaba el P. Martínez Cano en la homilía de la misa de ayer, la oración es la base de esa unión con Cristo. (Estanislao Cantero – Verbo)
Educar
Finalmente, desplazándonos al terreno de las motivaciones coloreadas por la religión, debe recordarse que un conocido texto de Santo Tomás con frecuencia colacionado al efecto, es de todo punto impertinente. Pues, en el mismo “lo que se propugna es educar paulatinamente y no deseducar moralmente”. Se trata de tolerar comportamientos defectuosos, en el sentido de no castigarlos, pero no de degradar las instituciones: “Ello produciría un efecto deseducado y el resultado sería muy contrario al propugnado por Santo Tomás. No penar el adulterio ni el amancebamiento sería tolerar le menage de fait, es decir, el concubinato […]. En cambio, legalizar el divorcio no sería un mero tolerar un mal social si con ello se degrada la institución del matrimonio y se con tribuye a la disolución de las costumbres”. (Miguel Ayuso – VERBO)
Refrenar el vicio
Si en tiempos de paz, o sea antes de sentir estás tentaciones, ya conviene usar este ejercicio de penitencia ¡cuánto más convendrá en tiempo de guerra! Santo Tomás dice, trayéndolo de Aristóteles, que del castigo se dijo castidad, porque con el castigo del cuerpo se ha de refrenar el vicio contrario… Y aun suponiendo que de este tratamiento de mortificación se siguiese alguna flaqueza de la salud corporal, la respuesta es clara: más vale que duela el estómago que el alma, mejor es que tiemblen los pies de flaqueza que no vacile el alma por la castidad. Aunque siempre es necesaria la discreción. Se tiene que valorar las fuerzas físicas de cada uno y los peligros de la tentación. (Jaime Solá Grané – La castidad, ayer y hoy)
El liberalismo causa de males
El liberalismo es causa del ateísmo en el orden intelectual, del capitalismo en el orden económico, y también del marxismo como secuela del mismo, así como la disgregación de toda moral personal y social, con sus guerras internacionales, hambre y explotación, así como la tragedia de tantos suicidios y perversión, la Iglesia no puede de ninguna forma transigir con el liberalismo, causa de todas las desgracias de nuestro mundo. (Mn. José Ricart Torrens – Catecismo Social)
Homosexualidad y esperanza
Friedman: «Trece de los 17 sujetos homosexuales (76 %) reportaron terror crónico y persistente de pelear con otros niños durante la niñez y temprano en la adolescencia. La intensidad de esta reacción era cercana al pánico. Que pudieran recordar, estos niños nunca respondieron al desafío de un compañero varón con algún desafío de su parte, una amenaza o agresión. El temor obsesionante de la agresión entre varones era una idea dominante. Ansiedad por anticipado resultó en reacciones fóbicas a ciertas actividades sociales; la fantasía de que una pelea pudiera ocurrir llevó a evitar una amplia gama de interacciones sociales, especialmente diversiones más o menos violentas (definidas en nuestro estudio como deportes de contacto físico, tales como el fútbol y el fútbol Americano). (Asociación Médica Católica – AMCA)