Isabel
El hombre es político
El hombre es político, social, cultural, técnico y muchas cosas más, porque siente la realidad: es un animal de realidades (Zubiri) porque su realidad vital, a la que ajusta su vida, es histórica y tiene que ordenarla. Pues “no tiene otra. En ella se ha llegado a hacer tal y como es. Negar el pasado es absurdo e ilusorio”. De ahí la elemental conexión entre el culto y la cultura, que comienza, insistía entre otro Jacob Taubes, con el culto a los muertos. Culto, cultura, historia son modos de hacer de la naturaleza humana. (Dalmacio Negro – VERBO)
El árbol del odio
Hoy se sabe que los países que ejercen una hegemonía mundial o continental son tarde o temprano objeto de una «leyenda negra». La de España comienza en el siglo XVI, cuando el imperio hispánico cristaliza todos los resentimientos. Los libelos inspirados por los protestantes y los judíos que no se han convertido son innombrables. Autores ingleses, alemanes, holandeses, italianos, franceses y, más tarde, norteamericanos contribuyen a forjar de España una imagen detestable. El hispanista americano Philip W. Powell, denunciará esta manipulación de la historia en un libro famoso: El árbol de odio. (Traducción hecha por Maite Vaquero Oroquieta – RAZÓN ESPAÑOLA)
Dios castiga a Sansón (24)
Ya en la tierra prometida, Dios castiga a Sansón que, profanando su estado de nazareo, se une con dos filisteas. De Sansón dice san Ambrosio: “Ahogó un león, pero no pudo ahogar sus propias pasiones. Rompió las ligaduras con que le ataron sus enemigos pero no supo romper las de sus deseos sensuales. Dio fuego a las mieses ajenas, pero encendido él mismo en el fuego de un falso amor, perdió la cosecha de su virtud”. (Jaime Solá Grané)
La existencia del mal
De la ignorancia o del desconocimiento de esta terrible verdad ontológica, teológica y experimental que es la existencia del Mal brotan, como de natural hontanar, la mayoría de las aberraciones psicológicas y morales que corrompen la doctrina política de la Revolución; en particular el liberalismo, yerro acerca de la libertad humana y destructor azote contemporáneo. (Marcel de la Bigne de Villeneuve – VERBO)
La mujer
Edith Stein
Aquí está el doble fin de la formación cristiana de la joven: llevar a la mujer a que esté preparada, como esposa y madre, a realizar sus obligaciones en sentido natural y sobrenatural o en la virginidad consagrada a Dios dedicar todas sus fuerzas al reino de Dios. (En esto no deben proponerse el matrimonio y el estado religioso como alternos. Todos los signos indican que nuestro tiempo necesita de gente que quiera llevar una vida dedicada a Dios «en el mundo», esto no obliga a decir, sin embargo, que la vida consagrada ya no está «de moda»).
Revolución eclesiástica presente
La oración, ante todo el Rosario, y los cinco primeros sábados, con los dos objetivos ya mencionados, de consolar a Dios y solicitar gracias para que los pecadores se conviertan en lugar de arrojarse al infierno. Podemos entender esa llamada a la oración de manera general, pero también de manera más particular: por ejemplo, pedir a Dios que cese la revolución eclesiástica presente es, ciertamente, desear en el tiempo lo que Dios desea en la eternidad, lo que define la verdadera oración de petición y, en el caso considerado, esencial. (Bernard Dumont – Verbo)
Estado y enseñanza
El Estado no puede despreocuparse de la enseñanza, de la educación. Pero nadie podrá demostrar que solamente el Estado deba ser educador, ni siquiera que deba él mismo realizar la educación. Esto cuadrará muy bien para un totalitario -un marxista, un masón, un nazi, un progresista-. Pero esto es incompatible con el derecho natural. Porque éste arranca del deber que tienen los padres de educar e instruir a sus hijos. Y, por tanto, en el orden de estos derechos, el Estado simplemente completa y, subsidiariamente, lo que los particulares no pueden realizar. “En efecto, en el orden natural, Dios comunica a la familia inmediatamente la fecundidad, principio de vida y, consiguientemente, de educación para la vida” (Pío XI, “Divini illius Magistri”). (Mn. José Ricart Torrens – CATECISMO SOCIAL)