Papa Francisco
¿Y qué se puede hacer para no caer y salir de esa situación? Con vigilancia, sin asustarse, con calma. Vigilar significa saber qué pasa en mi corazón, significa pararme un poco y examinar mi vida. ¿Soy cristiano? ¿Educo más o menos bien a mis hijos? ¿Mi vida es cristiana o es mundana? ¿Y cómo puedo saberlo? La misma receta de Pablo: mirando a Cristo crucificado. La mundanidad solo se descubre y se destruye ante la cruz del Señor. Y ese es el fin del Crucificado delante de nosotros: no es un adorno; es precisamente lo que nos salva de esos encantamientos, de esas seducciones que te llevan a la mundanidad. ¿Miramos a Cristo crucificado, hacemos el Vía Crucis para ver el precio de la salvación, no solo de los pecados sino también de la mundanidad? Y, como he dicho, examen de conciencia: ver qué pasa. Pero siempre delante de Cristo crucificado. ¡La oración!
Cardenal Leo Burke
“La crisis en el mundo de hace 100 años, cuando Nuestra Señora se apareció en Fátima, continúa hoy y también ha infectado la vida de la Iglesia”. La apostasía de la fe en nuestro tiempo nos asusta con razón y profundamente… Nuestro amor a Cristo y a su Cuerpo Místico, la Iglesia, nos hace ver con claridad la gravedad del mal que busca robarnos nuestra salvación eterna en Cristo. Pero no dejemos lugar al desaliento. Recordemos que el Corazón Inmaculado de la Virgen María, asumido en la gloria, nunca deja de latir con amor por nosotros, los hijos que su Hijo divino le dio.
Cardenal Antonio Cañizares
Es el primogénito de toda criatura, «cabeza de la Iglesia», «cabeza de todo el universo creado» (Col 1, 18). Su singularidad absoluta implica su relevancia y consentimiento universal y decisivo. Ningún pueblo y ninguna cultura puede culpablemente ignorarlo sin deshumanizarse; ninguna época puede considerarlo superado, aunque la mayoría así lo estime; ningún hombre puede conscientemente separarse de Él sin perderse como hombre.
Cardenal Juan José Omella
Una auténtica y eficaz pastoral vocacional debe contar con el apoyo de las familias cristianas. La familia cristiana siempre ha sido, es y debe ser la cuna de las vocaciones. Aprovecho la ocasión para felicitar a las familias de estos cuatro nuevos sacerdotes. Gracias por su acompañamiento y su oración por ellos. El Concilio Vaticano II nos recuerda que las familias, animadas por un espíritu de fe, de caridad y de piedad, sois una especie de primer seminario.
Cardenal Robert Sarah
Ofrecemos esta noche el sacrificio de la misa por el descanso de todos los benefactores de Puy du Fou fallecidos desde el comienzo de esta bella obra hace cuarenta años. Por vuestro trabajo, todos los que hoy estáis aquí congregados, despertáis cada tarde la memoria de este lugar. El castillo de Puy du Fou, ruina dolorosa, abandonada por los hombres, se alza como un grito hacia el Cielo. Con las entrañas abiertas, recuerda al mundo que, frente al odio por la fe, un pueblo se levantó: ¡El pueblo de la Vendée! Queridos amigos, dando vida a estas ruinas, cada noche, dais vida a los muertos. Dais vida a todos aquellos vandeanos muertos por su fe, por sus iglesias y por sus sacerdotes.
Arzobispo Bernardito Auza
EI 10 de Septiembre con su visita a Cartagena, el Papa Francisco recordó el gran testimonio de San Pedro Claver, un misionero jesuita de España, que dedicó su vida a trabajar y vivir con los esclavos llevados de África a Colombia. Fue capaz de restaurar la dignidad y esperanza de miles y miles de esclavos que llegaron de África a través de Europa «en condiciones absolutamente inhumanas y llenos de pavor sin esperanza alguna». Con Pedro Claver, también recordarnos a los dominicos españoles: Antonio de Montesinos en Santo Domingo y a Bartolomé de las Casas en Chiapas, quienes defendieron a las poblaciones indígenas de toda forma de explotación, incluyendo la esclavitud y el trabajo forzado. Señora Presidenta.
San PÍO X
Pascendi Dominici Gregis (17)
De ambas cosas sacan, a su vez, los modernistas, dos leyes, que, juntas con la tercera sacada del agnosticismo, forman las bases de la crítica histórica. Un ejemplo lo aclarará: lo tomamos de la persona de Cristo. En la persona de Cristo, dicen, la ciencia y la historia ven sólo un hombre. Por lo tanto, en virtud de la primera ley, sacada del agnosticismo, es preciso borrar de su historia cuanto presente carácter divino. Por la segunda ley, la persona histórica de Cristo fue transfigurada por la fe; es necesario, pues, quitarle cuanto la levanta sobre las condiciones históricas. Finalmente, por la tercera, la misma persona de Cristo fue desfigurada por la fe; luego se ha de prescindir en ella de las palabras, actos y todo cuanto, en fin, no corresponda a su naturaleza, estado, educación, lugar y tiempo en que vivió. Extraña manera, sin duda, de raciocinar; pero tal es la crítica modernista.