Isabel

La profunda crisis Española

Reino Social de Nuestro Señor JesucristoEntre las razones de la profunda crisis española que se prolonga de 1790 a 1840, los historiadores no han señalado suficientemente las consecuencias devastadoras de la Revolución Francesa y del Imperio Napoleónico: la destrucción del poder naval tras Trafalgar (1805), la actitud abominable de la Gran Armada napoleónica, que se comporta en España de 1808 a 1813 como los ejércitos revolucionarios en La Vendée; la pérdida del imperio americano (1810-1825); la nulidad política de los monarcas Borbones a principios del siglo XIX; las guerras civiles entre carlistas-tradicionalistas y liberales (1833-1840, 1846-1849 y 1872-1876). (Traducción hecha por Maite Vaquero Oroquieta – RAZÓN ESPAÑOLA)

El hombre es un “animal infinito”

Ahora bien, “sólo cuando se han cortado las raíces sacrales que la vida humana hundía en la naturaleza y se la ha religado con la instancia suprema de una divinidad trascendente, creadora y personal, puede enderezarse la vida humana con esperanza innovadora hacia el futuro”. Eso justifica que se diga también que es un “animal infinito”, lo que conlleva ciertamente una condición misteriosa, sobre la que cabe especular indefinidamente. (Dalmacio Negro – VERBO)

  David cayó en pecado  (26)

También el gran rey David, favorecido por Dios con dones especiales, cayó en pecado por haber confiado demasiado en sus propias fuerzas, por haber descuidado su vigilancia y no haber acudido inmediatamente a Dios en el momento de la tentación. Su pecado fue de adulterio y homicidio. (Jaime Solá Grané)

Repensar la Reforma

Por lo que -se dice- habría llegado el momento de “repensar” la Reforma y de lanzar, lejos de la “Contrarreforma”, una verdadera Reforma en continuidad y no en oposición de la luterana; una Reforma radical de la Iglesia tanto desde el ángulo dogmático (los dogmas -se sostiene- deberían abandonarse), como desde el institucional (la Iglesia debería ser sólo “espiritual” y sobre todo “popular”) y el moral (frente a la ley debería promoverse la “autenticidad” de la persona y frente a los Mandamientos -aun los Diez entregados a Moisés- la libertad). (Danilo Castellano – VERBO)

La mujer

Edith Stein

Como centro del alma femenina hemos reconocido el sentimiento. Por eso la educación del sentimiento debe estar en el centro de la educación de la mujer. El sentimiento vive en los sentidos (como la confianza, la alegría), en los estados de ánimo (como el buen humor, la melancolía), en las tomas de posición (el entusiasmo, la rebelión), las pasiones (amor, odio). Ellos manifiestan las actitudes del hombre frente al mundo (y también frente a sí mismo). Sólo quien se conmueve ante la vida, pondrá en movimiento su sentimiento. Quien lo quiere despertar, debe ponerlo en contacto con algo que lo envuelva.

Penitencia reparadora

La penitencia. Lo mismo puede decirse, analógicamente, sobre este segundo aspecto: la penitencia puede concebirse como conjunto de sacrificios corporales, privaciones de alimentos… Pero no debemos olvidar otras facetas, tales como la no aceptación de participar en la mundanidad del mundo. Por ejemplo, entre tantas otras formas de servidumbre voluntaria, negarse al uso del lenguaje inclusivo, o a prestar interés a lo que interesa a la mayoría de la gente, que son esfuerzos posiblemente duros que pueden integrarse al concepto de penitencia reparadora. Hace pensar en el salmo 16-4: “Multiplican sus ídolos y corren tras ellos, pero yo no les ofreceré libaciones de sangre, ni mis labios pronunciarán sus nombres”. (Bernard Dumont – Verbo)

La escuela liberal

La más maliciosa. Finge que puede darse una enseñanza, reducida a mera instrucción, sin referirse a los grandes problemas que plantea la vida humana, la moral personal y el destino del hombre, bajo el pretexto de neutralidad. Pero no hay tal neutralidad. Sino que la ausencia de Dios en la enseñanza es prácticamente una beligerancia, un amoralismo y un ateísmo práctico. Por esto la Iglesia, en el “Syllabus” y en continuados documentos ha condenado la escuela liberal. (Mn. José Ricart Torrens – CATECISMO SOCIAL)