
Dios te salve, JOSÉ
Tan santo que enamoraste a la Llena de Gracia,
bendita entre las mujeres:
El Señor y la Madre de Dios estuvieron en Nazaret contigo.
Afortunado tú entre todos los hombres.
Custodio del fruto bendito del vientre de María,
Nuestro Redentor Jesús
Santo José, esposo de María
tú que eres justo ruega por nosotros pecadores,
ahora que estás con Jesús y con María, su madre y tu esposa,
en los cielos
Y, como descansaste tú mismo
en sus brazos en tu tránsito, haz que nosotros con tal compañía
descansemos en la hora de nuestra muerte,
AMEN
*La humildad es darse cuenta que uno no es humilde.
Siguen las nuevas concesiones y privilegios pontificios a los reyes misioneros. Adriano VI, a los pocos días de conocer su elección para la Suprema Silla Romana extiende en Zaragoza la Bula llamada Omnímoda, dirigida a Carlos V. El Papa, en este documento, da licencia general a todos los frailes mendicantes -aprobados como capaces por el rey y por el Consejo de Indias, en su vida y doctrina- para que puedan dirigirse a evangelizar el Nuevo Mundo; accediendo así a los vivos deseos del Rey Católico, que deseaba activar la conversión de los numerosísimos indios que cada día pasaban a los dominios de España. En virtud de esta amplia y desacostumbrada concesión, los religiosos que deseaban ser misioneros, aparte del permiso real, no necesitaban ninguna licencia de sus superiores inmediatos, los cuales no podían hacer valer, para retenerlos en la península, las necesidades de sus iglesias o cátedras.