Obra Cultural
Hora cero
Mi padre y mi madre me han dado, cada uno, la mitad de la herencia genética, que a su vez ellos han recibido de sus predecesores. La fusión de esas dos partes en una, desencadena un programa del que ellos ya no son los artífices. Cierto que sin ellos yo no sería nada; les debo todo; les debo la vida. Pero desde ahora yo me voy a servir del programa que ellos me han confiado, de bueno o de mal grado, para construirme yo a mí mismo. Mi punto de partida es más extraordinario en su ínfima pequeñez, que el del cohete espacial en su grandeza. Recuerdo las palabras de J. Lejeune «En cada célula reproductora humana, una cinta de un metro de larga, queda fraccionada en 23 segmentos. Cada segmento es Sigue leyendo