Me encantaba ir a los recreos, y les hacía reír a todas contándoles mil anécdotas de mi vida. Un día nos reímos mucho porque les conté el viaje que hice a Roma para la canonización de la M. Sacramento.
Entre los peregrinos iba una señora en extremo calmosa, llegaba tarde a todas partes y se hizo célebre en la peregrinación.
Mi prima Emilia y yo hacíamos cuanto podíamos, con cariño y con mucha paciencia para llevarla entre las dos un poco más deprisa y llegar a tiempo a los sitios que teníamos que visitar, pero la pobrecita, hacia oír sus quejas y lamentos… En una de aquellas idas y venidas para visitar los Monumentos de la cristiandad, empezó a llover torrencialmente y nos empapamos de agua. Cuando pudimos refugiarnos de la lluvia, nos dimos cuenta de que le había embebido a la señora el abrigo que llevaba, y le asomaba una cuarta de forro, cómo nos reíamos, tan presumida como era y lo mal vestida que quedó. En otra ocasión fuimos a ver al Papa y cuando llegó Su Santidad en la Silla gestatoria, en ese momento de indescriptible emoción para todos, la señora cayó al suelo desvanecida. Y cuando se recuperó todo eran quejas.
*Los partidos políticos son instituciones del “gran arquitecto”.
Bendigamos a Dios por todo esto, pues en su gran misericordia ha querido, por nuevas maneras, llamar a los hombres, también en estos últimos tiempos, para que dejen de ser hijos de ira y así puedan ser conducidos a la esperanza viva y al conocimiento de su Hijo Jesucristo, Señor Nuestro.
“Doy gracias también por las oraciones que son la mejor prueba de amistad, porque es una exquisita prueba de caridad cristiana rezar por el que lo necesita”.
