Parte posterior del Trono de Nuestra Señora la Virgen de la Amargura
LORCA (Murcia)
13 jueves Feb 2020
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in13 jueves Feb 2020
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inParte posterior del Trono de Nuestra Señora la Virgen de la Amargura
13 jueves Feb 2020
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inCardenal Antonio Cañizares Llovera
La familia es la gran escuela de la sociedad. Constituye el lugar natural y el instrumento más eficaz de aprendizaje y realización del ser hombre, así como de personalización de la sociedad; es, sin duda alguna, “la escuela más completa y rica de humanismo” (GS 52), la primera y fundamental escuela de los valores y de las virtudes más fundamentales de la vida humana. No puede ser suplantada por nada ni por nadie. Así lo reclama no sólo el bien privado de cada persona humana sino el bien común, el bien de la sociedad, inseparable siempre del bien de la persona. La sociedad está, debe estar, al servicio de la familia y de la persona, también en el campo de la educación; debe respetarla y promoverla, también en este campo; no puede sustituirla en modo alguno, ni invadir su inalienable misión.
¿Se quiere volver al pasado y resucitar una nueva dictadura? Porque el artículo 27 de la Constitución, clave y quicio de la Ley Fundamental de nuestra Nación, reconoce y garantiza este deber y derecho de los padres. ¿Se pretende que sea como Cuba, o China, o lo que fue la Unión Soviética donde los hijos eran del Estado y no pertenecían a los padres? Es tan evidente que pertenecen a los padres, que no deberíamos emplear ni un minuto en discutirlo. En el paradigma en que se sitúa la Sra. Ministra, ¿dónde queda la libertad de enseñanza, la libertad religiosa y moral y qué espacio queda para lo que no sea el pensamiento único y dominante? ¿Así se piensa progresar? Esto es un retroceso muy grande. Lo siento. Debe aclararse el Gobierno y no falsear ni engañar, porque va contra el bien común, objetivo ineludible que debería buscarse.
13 jueves Feb 2020
Posted P. Manuel Martínez Cano
inPadre Manuel Martínez Cano mCR.
La fe impone al cristiano tres deberes fundamentales: el deber de conocerla, el de manifestarla y el de preservarla de cualquier peligro.
El cristiano adulto tiene la obligación ineludible de conocer las verdades fundamentales de la fe, de tal manera que esté preparado para saber explicar su fe a cualquiera que se lo pida.
El católico tiene la obligación de manifestar su fe con palabras y obras, viviendo coherentemente con su fe una vida cada vez más cristiana.
La Iglesia nos manda profesar externamente la fe, aun con peligro de la vida, cuando lo exige el honor de Dios o la Religión, o el bien espiritual del prójimo. Nunca es lícito negar la fe.
Ser conscientes del gran don de la fe impulsa al cristiano a querer que otros participen plenamente de la fe.
Siendo la fe un don de Dios, es obligatorio preservarla y evitar todo lo que pueda ponerla en peligro, (ciertas lecturas, espectáculos obscenos e inmorales, T.V. etc.).
La fe puede y debe crecer en nosotros hasta llegar a ser intensísima, como la que tuvieron los santos que vivían de ella: «el justo vive de la fe» (Rom. 1, 17).
PECADOS CONTRA LA FE
Los pecados más graves contra la fe son: la infidelidad, la apostasía y la herejía.
La infidelidad es la carencia de fe en la persona no bautizada porque la rechaza positivamente o la desprecia después de haber sido suficientemente instruida en las principales verdades cristianas.
La infidelidad es siempre pecado, porque se trata de un asunto gravísimo, relacionado directamente con el honor de Dios y la propia salvación del hombre.
La apostasía es el abandono total de la fe cristiana recibida en el Bautismo. Es un gravísimo pecado, que lleva consigo la excomunión o separación de la Iglesia, porque nunca puede haber un motivo justo para abandonar la verdadera fe revelada por Dios.
La herejía es el error voluntario y pertinaz de un bautizado contra alguna verdad de fe definida (dogma).
En realidad, la herejía coincide en el fondo con la apostasía total de la fe. Porque, rechazada una verdad cualquiera de fe, se rechaza el motivo principal de la misma, que es la autoridad de Dios que revela.
El que no acepta las verdades doctrinales que enseña la Iglesia por su magisterio ordinario no infalible, no es propiamente hereje, pero peca contra la autoridad de la Iglesia.
El que duda voluntaria y positivamente de algún dogma definido por la Iglesia, cae en herejía formal y peca.
Si se trata únicamente de dudas o asaltos reiterados contra la fe, pero sin admitirlos y rechazándolos enseguida al advertirlos, no hay pecado alguno, por muy fuerte y persistente que sean las dudas, pues no pasan de ser tentaciones contra la fe.
Si las dudas se rechazan con firmeza, haciendo actos explícitos de fe no es pecado sino fuente de méritos para la vida eterna.
PELIGROS CONTRA LA FE
Los principales peligros contra la fe son: el trato con acatólicos, la lectura contraria a la fe, los medios de comunicación anticatólicos, las escuelas acatólicas…
El indiferentismo religioso (es lo mismo una religión que otra, o no tener ninguna) es la causa de la pérdida de la fe.
El trato con incrédulos, herejes o indiferentes en cosas meramente civiles, que tienen como finalidad el bien común, no está prohibido.
Una de las armas preferidas por los enemigos de la Iglesia para combatir la fe son los medios de comunicación social y la literatura anticatólica.
Lo que se llamó «el gran escándalo del siglo XIX» (la apostasía de las masas obreras y su alejamiento de la Iglesia) se debió en grandísima parte a la propaganda de la prensa y la literatura anticatólica.
Las ideas leídas o escuchadas a través de los medios de comunicación se transforman en alimento de nuestra mente y van determinando nuestro modo de pensar y de juzgar las cosas.
La escuela anticatólica es la que enseña la infidelidad, la herejía y la lucha contra la Iglesia.
La escuela neutra es la que en teoría prescinde de toda enseñanza religiosa, pero en realidad también deforma la conciencia religiosa de los alumnos, porque enseña una visión pagana del mundo.
Los padres católicos que envían a sus hijos a escuelas anticatólicas, aunque sea con el pretexto que enseñan muy bien otras materias profanas, pecan por el grave peligro a que exponen a sus hijos.
La escuela neutra también es un verdadero peligro para la fe de los niños católicos.