JEAN DUMONT, Historiador francés
ISABEL LA CATÓLICA, LA GRAN CRISTIANA OLVIDADA
LA EVANGELIZACIÓN DE AMÉRICA (IX)
Los conquistadores
El trabajo de amor espiritual fue también obra de los conquistadores mismos, contrariamente a un prejuicio muy extendido hoy día. Obra de Cortés, conquistador de México, que los franciscanos llamaron “Nuevo Moisés”, y los humanistas españoles “Nuevo San Pablo” porque fue el primer organizador de la evangelización sobre el continente americano (llamada a las órdenes mendicantes, mini-concilio de 1524), y el fundador del primer hospital de México. Obra también de Pizarro, muy atento a la evangelización, que en diciembre de 1911 los laicos universitarios españoles de los “Grupos de apoyo misionero Juan Pablo II”, reevangelizando Perú, nos dijeron le tomaron como uno de sus modelos.
Obra también, al final del siglo XV, de un centurión español que empezó como simple soldado, el conquistador Rodrigo del Río, que llevó a cabo una destacada conquista pacífica y cristiana en el Norte de México (Nueva Vizcaya). Es a menudo imposible distinguir a los conquistadores de los evangelizadores. Unos y otros pertenecen al mismo pueblo cristiano, frecuentemente a las mismas familias cristianas. En Perú, el evangelizador más querido de los indios, porque hablaba de maravilla su idioma, fue el jesuita Martín Pizarro, sobrino del conquistador. En México el conquistador Rodrigo del Río tenía un hermano franciscano, muerto mártir de la evangelización a su lado. Los mismos religiosos son a veces hombres de la conquista. En México, el franciscano de primer plano enviado por su orden a Felipe II, José Angulo, era, hacía poco, capitán de conquistadores. Igualmente, otros religiosos eminentes eran hijos de conquistadores, como en Perú el ilustre agustino Antonio de la Calancha. O en Guatemala el hijo del capitán general de Costa Rica, y militar él mismo, Rodrigo de la Cruz, cofundador de la gran orden hospitalaria de los Betlemitas, a la que aseguró su expansión.