«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».

Padre Martínez m.C.R.

* El padre Alba nos decía: “no disculparos. Callar cuando me sienta herido”.

* A veces notamos el vacío de nuestras almas. ¡Arriba los corazones! Cristo Rey llena ese vacío y nos hace santos.

* Hay hijos contemporáneos que, en sus reuniones y asambleas, pisan un crucifijo, mal dicen, blasfeman… están en las puertas del infierno.

* “¿Quién será capaz de negar que España había civilizado mejor y más, o explotado menos a sus colonizados que los amos “dimitidos” de ahora?” (José Ungría).

* También es sentencia común de los teólogos que cada pueblo y nación tiene la especial protección de su ángel custodio.

* En Fátima se apareció tres veces a los pastorcitos el Ángel de Portugal. La Iglesia honra al arcángel San Miguel como su protector especial.

* Dios pudo haber creado al hombre en un estado puramente natural, destinado a un fin puramente natural. Pero no fue así: Dios creó al hombre en estado de gracia, elevándolo al orden sobrenatural, como había hecho con los ángeles, y destinándolo, como a ellos, a un fin sobrenatural.