santa faustina kowalskaMontserrat

El primero en beber el cáliz

“Los momentos más felices para mí son aquellos cuando me quedo a solas con mi Señor. En aquellos momentos conozco la grandeza de Dios y mi propia miseria. Una vez Jesús me dijo: No te extrañes si a veces sospechan de ti injustamente. Yo por amor a ti, fui el primero en beber este cáliz de sufrimientos injustos.” Santa Faustina Kowalska, Diario de Santa Faustina Kowalska, nº 289.

Los hombres grandes

“Los hombres grandes son aquellos que saben conservar, en una sociedad intangible, la herencia de la tradición; los que no solo la conservan, sino que la corrigen; o los que, no satisfechos con conservarla y corregirla, la perfeccionan y la aumentan. Y el más tradicionalista no es el que sólo conserva, sino el que, además de conservar, corrige, el que añade y acrecienta, porque sigue mejor el ejemplo de los fundadores, no limitándose a mantener el caudal, sino haciendo lo que ellos hicieron: producir y prolongar con el progreso sus obras.” Juan Vázquez de Mella, El Verbo de la Tradición, p. 57.

Protección de los nativos

“Es España la que se plantea la cuestión de los justos títulos, con autoexigencias tan sólidas que ponen en tela de juicio la misma autoridad del Monarca y del Pontífice. Es España -con ese maestro admirable del Derecho de Gentes que se llamó Francisco de Vitoria- la que funda la posesión territorial en las más altas razones de bien común y de concordia social, la que insiste una y otra vez en la protección que se le debe a los nativos en tanto súbditos, la que garantiza y promueve un reparto equitativo de precios, la que atiende sobre abusos y querellas, la que no dudó en sancionar duramente a sus mismos funcionarios descarriados, y la que distinguió entre posesión como hecho y propiedad como derecho, porque sabía que era cosa muy distinta fundar una ciudad en el desierto y hacerla propia, que entrar a saco a un granero particular.” Antonio Caponetto, www.statveritas, Revista Empenta, nº 99 (2º Trim 2015), p. 23.

Una imagen del poder

“La alusión al gobierno de uno parece clara, tanto más que el texto añade una nueva precisión. Este «jefe supremo» debe ejercer su poder como un padre, recuperando así la visión espiritual cristiana tradicional del poder, ya evocada: «Por tanto, el poder debe ser justo, no despótico, sino paterno, porque el poder justísimo que Dios tiene sobre los hombres está unido a su bondad de Padre. Pero, además, el poder ha de ejercitarse en provecho de los ciudadanos, porque la única razón legitimadora del poder es precisamente asegurar el bienestar público». Aún más, el texto hace alusión a la ejemplaridad divina, en la continuidad pura de Santo Tomás: «Porque así como en el mundo visible Dios ha creado las causas segundas para que en ellas podamos ver reflejadas de alguna manera la naturaleza y la acción divinas y para que conduzcan al fin hacia el cual tiende todo el universo mundo, así también ha querido Dios que en la sociedad civil haya una autoridad suprema, cuyos titulares fuesen como una imagen del poder y de la providencia que Dios tiene sobre el género humano».” Bernard Dumont, Revista Verbo, nº 535-536, mayo-junio-julio 2015, p. 419.

Grandes multinacionales

“Hoy son las grandes multinacionales las que dictan la política mundial. Solo las quinientas principales compañías multinacionales, que desde los años ochenta han experimentado el mayor crecimiento de su historia, obtienen unos ingresos conjuntos anuales superiores al PIB de la UE o de los Estados Unidos. A su vera, se sitúan los lobbies, grupos de poder que las representan y que, a través de diferentes mecanismos, tratan de influir en los gobiernos a fin de que sus intereses económicos no se vean perjudicados por medidas concernientes a legislación laboral, fiscal o medioambiental.” Óscar Rivas, Revista Razón Española, nº 193, septiembre-octubre 2015, p. 216.

Diferentes partidos liberales

“De aquí los diferentes partidos, liberales que pregonan Liberalismo de tantos o cuantos grados, como expende el tabernero el aguardiente de tantos o cuantos grados, a gusto del consumidor. De aquí que no haya liberal para quien su vecino más avanzado no sea un brutal demagogo, o su vecino, menos avanzado un furibundo reaccionario. Es asunto de escala alcohólica y nada más. Pero así los que mojigatamente bautizaron en Cádiz su Liberalismo con la invocación de la Santísima Trinidad, como los que en estos últimos tiempos le han puesto por emblema ¡Guerra a Dios! están dentro de tal escala liberal, y la prueba es que todos aceptan, y en caso apurado invocan, este común denominador. El criterio liberal o independiente es uno en ellos, aunque sean en cada cual más o menos acentuadas las aplicaciones. ¿De qué depende esta mayor o menor acentuación? De los intereses muchas veces; del temperamento no pocas; de ciertos lastres de educación que impiden a unos tomar el paso precipitado que toman otros; de ‘respetos humanos tal vez o de consideraciones de familia; de relaciones y amistades contraídas, etc., etc.” Félix Sarda y Salvany, El Liberalismo es pecado, p. 15.

Dilaciones de Franco

“Así que cuando España ocupó Tánger, Londres apenas protesto sino de modo puramente protocolario. De haber supuesto que Madrid se pondría del lado del Eje, jamás hubiera permitido la ocupación de dicha ciudad y menos estando en el norte de África y tan estratégicamente cercana al estrecho. Por el contrario, Hitler se mostró enormemente contrariado. No tuvo reparo en comentar en voz alta durante el encuentro, harto de las dilaciones de Franco: «Ya he tenido bastante; como no hay nada que hacer, nos entenderemos en Montoire” lo que traslucía la desesperación que todo aquello le producía. La conclusión que comunica Ribbentrop de que «Mit diesem Kerl ist nicht zu machen” (“con estos tipos no hay nada que hacer”) es lo suficientemente significativa y abunda en el mismo sentido.” Fernando Paz Cristóbal, Revista Razón Española, nº 194, noviembre-diciembre 2015, p. 318.