Escribía San Francisco de Sales:
«Es verdad que los tormentos son allí tan grandes, que los más terribles dolores de esta vida no se pueden comparar con ellos; pero también son tan grandes las satisfacciones interiores que no hay prosperidad ni contento en la tierra que se les pueda igualar.
1.- Las almas están allí en una continua unión con Dios.
2.- Perfectamente sumisas a su voluntad.
3.- O, por mejor decir, su voluntad está de tal manera transformada en la de Dios, que no pueden querer sino lo que Dios quiere.
4.- Si se les abriese el paraíso, antes se precipitarían en el infierno que comparecer delante de Dios con las manchas que todavía las afean.
5.- Las almas en el Purgatorio se purifican voluntariamente y amorosamente, porque tal es la voluntad de Dios.
6.- Y quieren estar allí de la manera que a Dios agrade y por el tiempo que quiera.
7.- Son impecables.
8.- No pueden tener el menor movimiento de impaciencia.
9.- Ni cometer la menor imperfección.
10.- Aman a Dios más que a sí mismas y que a todas las cosas, con un amor cumplido, puro y desinteresado.
11.- Son consoladas por los ángeles.
12.- Tienen asegurada su salvación.
13.- Viven en una esperanza, que no puede ser confundida, por larga que sea la espera.
14.- Su amargura santísima está en medio de la paz.
15.- En una palabra, si es una especie de infierno por el dolor, es un paraíso por la caridad.
16.- Caridad más fuerte que la muerte, más poderosa que el infierno, y cuyos destellos son todos de fuego y llamas.
17.- El temor servil y la esperanza mercenaria no están mezcladas con este puro amor.
18.- Feliz estado, más deseable que temible, pues sus llamas son llamas de amor y de dilección.
19.- Temibles, con todo, pues retardan el fin de toda consumación, que consiste en ver a Dios, y amarle, como consecuencia de esta visión, y, por esta visión y este amor, alabarle y glorificarle por toda la eternidad.