Venerado en Arenzano (Génova) en el Santuario-Basílica de los PP. Carmelitas Descalzos
TRIDUO AL NIÑO JESÚS DE PRAGA
Para obtener una gracia especial
11 jueves Jul 2019
Posted Oraciones
inVenerado en Arenzano (Génova) en el Santuario-Basílica de los PP. Carmelitas Descalzos
TRIDUO AL NIÑO JESÚS DE PRAGA
Para obtener una gracia especial
11 jueves Jul 2019
Posted Para pensar
inPablo
La experiencia histórica interpretada a la luz de fa filosofía permanente y la revelación es el elemento clave para poder interpretar nuevos acontecimientos y asimismo tener la capacidad de determinar si son realmente una novedad. Ella preserva la sabiduría recibida en herencia por la comunidad en la cual el hombre ha crecido y en la cual vive. En su Exposition super Job ad litteram, Santo Tomás muestra cómo el valor de la experiencia histórica es un medio para recibir la sabiduría de las generaciones pasadas con el fin de poder interpretar los eventos contemporáneos. (Mons. Ignacio Barreiro Carámbula – Verbo)
En primer lugar, de lo señalado se sigue que la ética iusnaturalista tomasiana tiene todos los derechos ciudadanos, al menos, para entrar al ruedo de la discusión contemporánea. Ella, es cierto, no es una ética pluralista no-universalista, como se exige hoy día, pero no lo es en la misma medida en que ninguna otra ética lo es. (José Luis Widow Lira – VERBO)
El estado de la opinión puede ser conocido por el mandato imperativo, ya que, por el número de mandato o poderes que en las Cortes aparezcan, se puede saber perfectamente cuando están divididos en el país los pareceres y cuando hay cierta uniformidad o cierto parecer común, ya en cada clase, ya en todas juntas. (Juan Vázquez de Mella – El Verbo de la Tradición)
“A diferencia del hombre malo, el necio se siente satisfecho de sí mismo, e incluso puede llegar a ser peligroso cuando, levemente irritado, pase al ataque». «No intentaremos jamás -decía Bonhoeffer- convencer al necio mediante razonamiento; tal procedimiento es absurdo y peligroso». En el fondo, el «necio» es como un sujeto que ha perdido el contacto con la realidad y hasta con su propio mundo interior, para someterse a la autoridad externa, la de la red en la que se encuentra cómodamente inserto, con los tópicos y las consignas que lo dominan. (Pedro Carlos González Cuevas – RAZÓN ESPAÑOLA)
Dado que el Liberalismo es cosa mala, no es faltar a la caridad llamar malos a los defensores públicos y conscientes del Liberalismo. Es en sustancia aplicar al caso presente la ley de justicia que se ha aplicado en todos los siglos. Los católicos de hoy no hacemos innovación en este punto, nos atenemos a la práctica constante de la antigüedad. Los propaladores y fautores de herejías han sido en todos tiempos llamados herejes, como los autores de ellas. Y como la herejía ha sido siempre considerada en la Iglesia como gravísimo mal, a tales fautores y propaladores ha llamado siempre la Iglesia malos y malvados. (Sardá y Salvany – El liberalismo es pecado)
Es que el cristianismo no es “una concepción de la vida”, sino que es la única manera válida de entender la vida. Es un auténtico maniqueísmo propugnar que la ley civil admita el divorcio, mientras que los que se sientan católicos no lo acepten. Es que la ley civil no tiene autoridad para formar matrimonios, porque el matrimonio civil no es válido. Y es sencillamente escandaloso que se quiera dar una formalidad legal y respetable a lo que no pasa de concubinato, que ya lleva muchos siglos de existencia en la historia. (Mn. José Ricart Torrens – CATECISMO SOCIAL)
Todos los grandes proyectos políticos modernos han aspirado a ese impulso de universalidad, lo mismo en la familia liberal que en la socialista. Esos son los dos grandes brazos que intentaron construir el mundo nuevo en el siglo XX. En el campo socialista, fue la Internacional, la dictadura del proletariado por encima de fronteras y naciones. (José Javier Esparza – RAZÓN ESPAÑOLA)
11 jueves Jul 2019
Posted P. Manuel Martínez Cano
inPadre Manuel Martínez Cano, mCR.
En tiempos del Estado de Bienestar no se quiere entender lo que dice nuestro Señor Jesucristo: «El que no toma su cruz y me sigue no es digno de Mí». Llevar la cruz, nuestros sufrimientos, nuestras enfermedades con paz y alegría es condición indispensable para ser discípulo de Jesús.
La Cruz que nos invita a llevar Jesús no es solamente los sufrimientos especiales y extraordinarios. Son también las molestias ordinarias de la vida que debemos aprovechar para adelantar por los caminos de la santidad. A veces, puede ser que aceptemos grandes sufrimientos por amor a Dios, pero los pequeños de cada día nos molestan y no los aceptamos para agradar a Dios y santificarnos. De todo corazón digamos al Señor: Quiero abrazar con toda generosidad todas las cruces que me envías, Jesús mío.
Jesús salvó a todos los hombres muriendo en la cruz, en la cima del monte Calvario. Nuestras cruces recibidas con amor y resignación, también salvan muchas almas. Todo fue ya previsto por el Señor y Él distribuye las gracias entre los pecadores.
Las cruces son un mal, según la mente humana. Pero al mismo tiempo son un bien sobrenatural porque nos dan las ocasiones de practicar las virtudes y nos purifican y acercan a Dios, nuestro Padre celestial.
A nuestros sufrimientos pequeños o grandes, Cristo le ha dado el nombre de cruz porque quiere que nuestro dolor no sea una cosa sin sentido, sino una cruz. Un medio de santificación y salvación eterna de las almas.
Debemos aceptar las cruces con serenidad y paz. Humanamente duelen, las repelemos. Pero son señales inequívocas de que Dios nos ama. Nos purifican para vivir más íntimamente unidos al Señor.
A través de los sufrimientos de cada día, Jesús nos llevará por el camino que ha escogido para nosotros. Para alcanzar el grado de santidad al que hemos sido llamados. Siempre con una confianza ilimitada, completamente abandonados a la voluntad de Dios. Las cruces se llevan con amor y agradecimiento a Dios. Así se llega a la santidad.
Muchas personas se desaniman ante los sufrimientos y el dolor y las esquivan de mil maneras. Piensan que es un mal. No tienen confianza en Dios. Ni piensan que esos sufrimientos ofrecidos a Dios, se convierten en salvación de muchas almas. Santa Teresa de Jesús exclamaba: «Padeced quiero, Señor, pues vos padeciste: cúmplase en mí de todas maneras vuestra voluntad».
El secreto de sufrir cristianamente está en olvidarnos de nosotros mismo. Confiar absolutamente en la Divina Providencia que nos guía. Quien se concentra en sus propios sufrimientos, no puede soportarles. Se desanima y deja el camino estrecho que lleva a la santidad y a la salvación eterna. Vivamos el momento presente: «Bástale a cada día su propia malicia», nos dice el Señor. Y San Ignacio de Loyola nos recuerda que en «tiempo de tribulación no hacer mudanza». No nos preocupemos de nuestros sufrimientos. La Divina Misericordia nos dice que recemos continuamente esta jaculatoria: «Jesús en Ti confío».
La Beata Teresa de Soubiran decía: «Mis penas, lo reconozco, han sido permitidas y hasta queridas por Tí, Señor mío, para enseñarme a tener confianza a despecho de todo». Sí, pueden venir momentos de angustia y tinieblas que las almas no saben cómo salir de ellas. Nuestra miseria y debilidad es grande, muy grande. Pero Dios nunca nos abandona, está junto a nosotros, en nuestras almas en gracia de Dios: «Descarga sobre Él tu cuidado y Él te sustentará» (Salmo 54, 23). A mayores pruebas y sufrimientos correspondamos con mayor abandono en Dios. Así llegaremos al Cielo. Estamos en las manos de Dios y no debemos tener miedo a nada ni nadie.
¡Viva Jesús Sacramentado!
¡Viva y de todos sea amado!