Arnaud Imatz
francés

Jesús Misericordia y Virgen MilagrosaDicho esto, el «drama de la España moderna» (país conocido como el más europeísta de Europa) ha tenido lugar de una forma bastante parecida al de las otras grandes naciones europeas. Las nuevas élites democráticas y europeístas no han conseguido generar un nuevo proyecto de vida en común, a suscitar un sentimiento colectivo de pertenencia a una unidad de destino. En menos de veinticinco años, la nueva Historia «global», «posnacional» o «mundializada» de España, presentada como un «enfoque científico» que debía permitir, de acuerdo con el espíritu de los tiempos, contrarrestar los excesos de la «novela nacional», se ha revelado, al igual que en Francia, una ficción simplificadora, una cortina de humo ideológica, una enésima tentativa de «normalizar» o de aculturar el país. Presentando capciosamente todos los grandes episodios que jalonan la historia de la Península Ibérica (no se dice España) como marcados por las peores calamidades (la Reconquista, un ejemplo de fanatismo religioso; la presencia en América, un modelo de pillaje y genocidio; las guerras europeas de la Contrarreforma, una manifestación de intolerancia; la defensa de la monarquía tradicional frente a la monarquía absoluta (1700-1808) y luego constitucional (1812), un arquetipo de reacción violenta e irracional contra la Revolución y el Progreso; la Guerra Civil (1936-1939), una lucha de los demócratas progresistas contra unos reaccionarios fascistas, siguiendo lo que la propaganda del Komintern repetía ayer), la historia «postnacional, transnacional o globalizada de España» no ha servido, en definitiva, más que para retomar y regenerar todos los cimientos de la vieja leyenda negra antiespañola.

(RAZÓN ESPAÑOLA)