
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador«.
El Párroco
* La persona que sinceramente busca a Dios descubre ciertas “vías” o caminos para llegar al conocimiento de Dios. Son argumentos de razón convincentes que partiendo de la creación permiten llegar a la certeza de la existencia de Dios.
* Los más famosos argumentos de razón, para demostrar la existencia de Dios, son las llamadas “cinco vías” de Santo Tomás de Aquino. Los argumentos del doctor Angélico y el sentido común del hombre llega al conocimiento de la existencia de Dios.
* Werner Heidelberg, el físico que ha revolucionado la ciencia del siglo XX, Premio Nobel, ha dicho: “Es posible establecer contacto entre el alma y Dios, de la misma manera que un ser humano puede establecer contactos con otros seres humanos”.
* “Lo que sí creo cierto es en Dios y que de Él viene todo. Las partículas atómicas tienen un orden y una armonía que tienen que haber sido impuestas por alguien».
* Una de las cinco vías de Santo Tomás es la del Ser necesario. Alguien ha tenido que existir eternamente. Porque, si en un momento determinado no hubiese existido algo, en dicho momento no existiría nada; y como de la nada no puede salir cosa alguna, tampoco existiríamos nosotros ahora.
* Estamos seguros de que nosotros existimos, necesariamente hemos de reconocer que algo, o alguien, ha existido siempre. A este ser eterno le damos el nombre de Dios.
* “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio; esa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los arévacos y de los vectones, o de los reyes de taifa” (Menéndez Pelayo).