Don Pelayo, rey de Asturias

Recapitulada por el P. Cano

– EL ISLAM EN ESPAÑA

Después del periodo de florecimiento de la iglesia visigoda (siglo VII), se inicia en España una etapa totalmente distinta, provocada por la invasión de los musulmanes.

La traición del conde Julián y del obispo don Opas, enemigos irreconciliables del último rey visigodo, don Rodrigo, abrió a los árabes las puertas de España, con la colaboración de los judíos. Un pequeño ejército, al mando de Tarik, conquistó fácilmente Gibraltar, Carteya y Algeciras el año 711. Poco tiempo después, acudió don Rodrigo con un poderoso ejército, pero fue derrotado junto a la laguna de la Janda.

La dominación de casi todo el resto de España fue relativamente fácil para los musulmanes. En el año 719 sólo quedaban en España algunos núcleos de cristianos en Asturias, Cantabria y los Pirineos.

Los musulmanes siguieron su carrera triunfal al otro lado de la frontera española; Carlos Martel los derrotó en Poitiers en el año 732.

La España musulmana quedó sometida al emirato oriental de Damasco hasta el año 755, en que Abderramán I se independizó, inaugurando una serie de Califas independientes, fundando el califato de Córdoba. Así permaneció el Estado musulmán en España hasta que en 1031 se dividió en multitud de pequeños cantones, llamados taifas.

– BATALLA DE COVADONGA

El año 718 el gobernador musulmán de Gijón, Munuza, encarceló a Pelayo y a otros cristianos que buscaron refugio en Asturias. Pelayo era noble, al servicio del rey D. Rodrigo. Por esta razón Munuza le envió, como rehén, a Córdoba para dominar totalmente Asturias.

Pelayo consiguió huir de Córdoba y volvió a los Picos de Europa, junto con otros cristianos. Reorganizó la resistencia cristiana e inició una serie de incursiones eficaces contra los musulmanes. Tanto molestaron a Munuza que éste pidió a Alqama, general musulmán que se hallaba inmerso en la conquista de la Narbonense (Francia), que enviase refuerzos a Asturias.

Alqama, junto con el traidor Oppas, dirigió un poderoso ejército capaz de arrasar a los cristianos. Tras los primeros escarceos, la desproporción de los ejércitos era patente: el musulmán poderosísimo; el cristiano, formado por escasas partidas de guerrilleros. Pelayo y los suyos se vieron obligados a retroceder y guarecerse en las intrincadas peñas asturianas, hasta que llegaron a la gruta de Covadonga, donde elevaron sus oraciones a la Virgen que tenía allí su santuario; pasaron toda la noche en oración.

De madrugada, los cristianos se dispersaron por las peñas del desfiladero junto al río Auseba que termina en una explanada sin salida, pertrechados de flechas y piedras para caer por sorpresa sobre los musulmanes. En la mañana del 28 de mayo del año 772, Pelayo atrajo hacia el desfiladero a la vanguardia del ejército moro, que al adentrarse por el desfiladero fue atacado por la inesperada e ilocalizable ráfaga de flechas y piedras que caían de lo alto.

La Virgen ayudó a los guerreros de Pelayo con un fuerte temporal de agua y granizo; la tierra y piedras que arrastraron los arroyos y regueros confundieron y destrozaron a los musulmanes. En su pavorosa huida, sufrieron el descalabro infringido por las tropas de Pelayo que se habían adelantado para cortar la retirada a los musulmanes.

A partir de esta victoria la resistencia cristiana tomó fuerza y D. Pelayo fue nombrado rey, instalando la capital del reino de Asturias en Cangas de Onís.

– RECONQUISTA ESPAÑOLA

Los cristianos de la Península Ibérica que lograron mantener su independencia en el norte de España, formaron cuatro núcleos: Asturias, Castilla, Navarra-Aragón y Cataluña.

Los reyes reconstruyeron la organización cristiana y reevangelizaron los territorios que se iban conquistando. La Iglesia estuvo siempre unida al poder civil en la gran tarea de la Reconquista.

Reyes dignos de especial mención por el esfuerzo heroico de la Reconquista son: Don Pelayo (718-737), Alfonso I el Católico (739-756) y Alfonso II el Casto (791-842), que reconquistaron Galicia, Portugal, Castilla y la Rioja. Alfonso III el Magno (866-910) llegó hasta Sierra Morena; Ordoño II y Ramiro II vencieron a Abderramán III en las batallas de San Esteban de Gormaz (917) y Alhandega (939); en la batalla de Calatañazor (1002) murió Almanzor.

Sancho III el Mayor (1000-1035) unió casi todos los reinos cristianos; Femando I el Magno y Alfonso VI dieron un nuevo e importante avance a la Reconquista; Alfonso VI entró en Toledo en el año 1085.

La lucha contra los invasores fomentó el espíritu cristiano de los españoles y surgieron innumerables monasterios y templos por todas partes.