JESÚS, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo.
También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».

El Consiliario

* Debemos vivir de convicciones no de sentimientos.

* El sistema democrático siempre es un mal. Sin Dios no hay política. La democracia es una fiera que asesina a millones de niños, cada año, con la ley democrática en la mano.

* La oración es la riqueza del pobre: “Pedid y recibiréis”.

* Quién vota un partido político anticatólico no puede excusarse como Pilato. Se hacen responsable de abortos, eutanasias…

* La gloria a Dios sólo se la dan las criaturas racionales porque solo ellas conocen y reconocen las perfecciones de Dios: “Alabad a Yahvé, porque es bueno, cantad salmos a nuestro Dios, porque es paciente, es digno de alabanza” (Salmo 147, 1).

* Otra finalidad de la creación es colmar de beneficios y hacer felices a las criaturas racionales. El Concilio Vaticano I enseña que Dios creó el mundo “para manifestar su perfección por los bienes que distribuye entre las criaturas”.

* Glorificar a Dios, conociéndole y amándole, es la suprema felicidad de las criaturas racionales. Secchí, célebre astrónomo, dijo: “De contemplar el Cielo a Dios hay un trecho corto”.