mariaIldefonso Rodríguez Villar
Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgica
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965

1º Su excelencia. -No es fácil adivinarla y comprenderla en todo lo que vale. -De la soberbia brota la rebeldía y la desobediencia…. de la humildad, la obediencia. -En Cristo estaban ambas íntimamente unidas, como dice San Pablo: «Se humilló y se hizo obediente.» -Esto mismo ocurría con la Santísima Virgen. -La obediencia es el distintivo y la característica del espíritu de Cristo…; la rebeldía es la del demonio, del mundo y de la carne.

Escucha las primeras palabras de Cristo: «Dios mío, he venido a hacer tu voluntad… y tu ley está en medio de mi corazón»… Luego, aquellas otras: «Mi comida y mi bebida es hacer la voluntad del que me envió»… Y así comprenderás con cuánta razón pudo decir luego el apóstol «que su obediencia fue hasta la muerte y muerte de Cruz»… ¡Cuántas veces predicó Él esta doctrina que practicaba: «El que a vosotros oye, a mí me oye…, el que os desobedece y desprecia a mí me desprecia.»

La obediencia no es virtud exclusiva de los conventos, sino que todos estamos obligados a obedecer a los superiores que nos mandan, en nombre de Dios. -San Pablo, dice: «Hijos, obedeced a vuestros padres. -Criados y siervos, servid y obedeced a vuestros señores, con respeto y temor. -Ciudadanos, vivid sometidos a los magistrados y autoridades y obedeced sus órdenes…; en fin, todos obedeced a vuestros superiores y prelados, ya que ellos velan por vosotros, como que han de dar cuenta a Dios de vuestras almas. » -Dios todo lo ha puesto bajo la obediencia; de suerte que nadie, ni aun los mismos superiores, están exentos de ella. El superior debe obedecer el primero…; nadie sabe mandar, sino sabe antes obedecer. -Ha de obedecer a los que sean superiores a él… y, en último caso, a Dios, pues de tal modo el superior debe representar a Dios, que todo lo que mande y ordene, sea conforme a lo que Dios le inspire y le comunique en la oración.

Piensa, si tienes que mandar, que no puedes hacerlo a tu gusto…, a tu capricho…, sino únicamente exponiendo a tus súbditos la voluntad del Señor, de la que debes ser fiel intérprete…; si no es así, ni tú tienes derecho a mandar, ni tus súbditos obligación a obedecer.

Mira cuán excelente es la obediencia, pues nos hace conocer y practicar sin miedo a equivocarnos, en cada caso concreto de nuestra vida, qué es lo que Dios quiere de nosotros entonces…

2º Sus frutos. -Son también grandes y excelentes los frutos que produce la obediencia: 1.º Ese descanso y seguridad que da al alma, sabiendo que ciertamente…, infaliblemente…, mientras obedece acierta sin equivocarse jamás con la voluntad de Dios… 2º Como consecuencia de esta seguridad, una paz en el alma y en el corazón… y un sosiego interior… verdaderamente imperturbable, pues excluye totalmente toda duda… vacilación…, escrúpulo, etc… 3.° Una semejanza grande que el alma adquiere con Jesús y con la Santísima Virgen, que no vivieron sino siempre sometidos a las pruebas, a veces dificilísimas y heroicas de la obediencia… 4.° Un espíritu grande de sacrificio, que con ella, se adquiere y se practica…, ya que la obediencia es la oblación continua del amor propio…, del parecer propio…, de la voluntad propia, que es lo que más cuesta y lo que más agrada a Dios…; «mejor es la obediencia que cualquier otro sacrificio».

5º La obediencia purifica, por lo mismo, sin cesar, nuestra intención, pues por ella dejamos de buscarnos a nosotros mismos, para buscar y encontrar indefectiblemente a Dios… 6º Con ella se aumenta considerablemente el mérito y valar de nuestros actos, pues todos, aún los más insignificantes en sí, adquieren un grado insospechado de merecimientos delante de Dios…, al contrario de lo que ocurre cuando obramos independientemente o contra la obediencia…: como entonces buscamos nuestra satisfacción, ya tenemos en eso la recompensa de nuestros actos… 7.° Del mismo modo con la obediencia crecen y se fortalecen considerablemente todas las virtudes…. y se adquiere y se asegura con ella la victoria final, pues dice el Espíritu Santo «que el obediente cantará victoria» ..

8º Por eso mismo, la obediencia nos da armas ofensivas y defensivas contra todos nuestros enemigos… ¿No te ha fijad en el empeño del demonio cuando te tienta, en aislarte de tu confesor…, director… o superior?… Pues es por eso; bien sabe él que mientras obedezcas, no podrá nada contigo…, pero ¡ay de aquél que entonces se desligue de la obediencia y pretenda querer combatir él solo!… ¡Qué difícil es que triunfe!… 9º En fin, el obediente tiene derecho a contar con el poder de Dios…, con la Providencia de Dios, que no puede menos de palpar íntimamente y más que nadie…, pues el obediente es el que prácticamente se arroja y se abandona en brazos de Dios…, renuncia a sí mismo, para ser todo de Dios… y, por lo tanto, todo lo espera y con razón, de Él.

3º Mirando a María. -A pesar de todas sus excelencias magníficas y de sus frutos tan ricos…, lo que más debe animarte a amar la obediencia y a ejercitarte en la práctica de la misma, es el ejemplo de la Santísima Virgen. -¡Qué modelo de obediencia el suyo!… Siempre obedeció con rendimiento de juicio…, alegría de corazón… y prontitud en la ejecución.

Mira su obediencia ordinaria…, continua a San José, a quien ve como cabeza de aquella casa y representante directo de la autoridad de Dios. – No discute sus órdenes…, no contradice sus indicaciones…, no sigue otros consejos y orientaciones, aún en las cosas más pequeñas, sino las que él la da. -Mejor diremos que Ella nunca consideró como cosas pequeñas las que ordenaba la obediencia…; por eso, aquella sumisión total y completa a la voluntad divina, aún manifestada por un superior que bajo muchos aspectos era inferior a Ella…; no obstante, obedece como una esclava, es siempre la «esclava del Señor» y de sus representantes…, carece de libertad…, de voluntad…, de parecer propio…; no tiene derecho a pensar…, ni a enjuiciar…; menos a criticar y a censurar lo que de parte de Dios la mandan…, si lo hiciera así dejaría de ser la «esclava»…, pues ésta ha perdido toda su personalidad… y Ma­ría ama tanto a ese título, que lo ha constituido como programa de su vida…; ha renunciado libre…, espontánea… y generosamente a todos sus derechos…, a toda su libertad para esclavizarse totalmente a Dios.

Quien ha hecho voto de obediencia vea a lo que se ha obligado… Éste es el modelo… No hay otro modo de cumplirlo, que ser y vivir… totalmente esclavizado en su libertad en su voluntad…, en su mismo parecer, al de los superiores. A imitación de Ma­ría, no podrá detenerse a examinar las razones…, o los motivos de lo que se le manda…; sólo debe saber si está, mandado o no, y obrar conforme a ello, sin dilaciones de ninguna clase. -Los que no tengan ese voto, vean también dónde está el ideal de esta virtud… y comparen su conducta con la de la Santísima Virgen. -Haz tú un examen muy detenido de este punto…, analiza bien tu obediencia…, ponla en parangón con la de Ma­ría y deduce de aquí la consecuencia de lo que has de hacer.