Recapitulada por el P. Cano
– SEGUNDO VIAJE APOSTÓLICO DE SAN PABLO
Terminado el concilio de Jerusalén, Pablo, acompañado de Silas, se dirigió por Siria a Cilicia y Licaonia, donde visitó las comunidades cristianas de Derbe y Listra. Allí se les unió su discípulo, converso, Timoteo. Pasaron a Iconio y continuaron a través de Asia Menor; llegaron a Tróade, desde donde embarcaron hacia Macedonia; allí se les unió el médico Lucas, autor de los Hechos de los Apóstoles. Era el primer territorio europeo que pisaba San Pablo.
Pablo fue encarcelado en Filipos; en la cárcel convierte al carcelero. Cuando le dejan en libertad y tiene que abandonar la ciudad, deja una buena comunidad cristiana. En Filipos convirtió a la matrona Lidia (Hch 16, 14).
Pablo llega a Tesalónica y predica en la sinagoga. Consigue muchas conversiones que provocan una persecución sangrienta de los judíos contra los cristianos; Pablo huye de la ciudad y marcha a Berea, donde predicó también con éxito, pero perseguido de nuevo por los judíos, se fugó. Huyendo llegó a Atenas, centro de la cultura clásica, donde tuvo la oportunidad de dirigir la palabra en el areópago; se convirtieron algunas personas importantes, entre ellos Dionisio el Areopagita.
San Pablo quedó defraudado de la superficialidad de los filósofos, que se burlaban de él, y decidió marcharse a Corinto, la ciudad más rica del Oriente europeo, donde vivió año y medio. Los judíos le denunciaron al procónsul Galión, pero Pablo resolvió todas las dificultades. Allí convirtió al jefe de la sinagoga, Crispo, y organizó una de las comunidades cristianas más importantes.
Desde Corinto escribió Pablo las primeras cartas que se conservan, dirigidas a los cristianos de Tesalónica. El año 53 dejó Corinto para ir a Jerusalén y cumplir una promesa que había hecho. De Jerusalén se dirigió a Antioquía.
– TERCER VIAJE APOSTÓLICO DE SAN PABLO
El año 54 emprendió Pablo su tercer viaje apostólico, acompañado del joven Tito. Primero hizo una gira rápida por Asia Menor y después se dirigió a Éfeso, una de las ciudades más importantes del Oriente, donde vivió dos años y medio, desarrollando una actividad apostólica extraordinaria.
En Éfeso, Pablo consiguió muchas conversiones, lo que le proporcionó una violenta persecución que fue causa de su salida de la ciudad. De Éfeso marchó a Tróade y de allí a Macedonia. En Filipos se encontró con Timoteo, a quien había mandado a Corintio con una carta para aquellos cristianos. Las noticias que le dio Timoteo alegraron el corazón de Pablo, que se animó a escribirles otra carta. San Pablo escribió también a los cristianos de Galacia.
Pocos días después partió para Grecia. Estuvo tres meses en Corintio. Aquí escribió la famosa Carta a los Romanos, que es un verdadero tratado de teología.
De Corintio emprendió el viaje de vuelta a Jerusalén, atravesando Macedonia. En Tróade resucitó a un muerto. Al despedirse de Mileto, predicó con mucha ternura. Pasó a Cesarea y de allí a Jerusalén, donde entregó abundantes limosnas a los cristianos de esta comunidad. Era el año 58.
– SAN PABLO PRISIONERO EN JERUSALÉN
Pablo fue acogido con gran alegría en Jerusalén (Hch 21, 17 ss). Pero no por todos. Los judíos venidos de Asia Menor se alborotaron y se enfrentaron contra el Apóstol de los gentiles, poniendo en peligro su vida. El tribuno Lisias logró arrebatarlo de las manos de las turbas y, para contentar al pueblo quiso castigarlo, mandando que lo azotaran. Pablo lo impidió, alegando su derecho de ciudadano romano.
Lisias mandó que el Sanedrín juzgara a Pablo, pero dándose cuenta que lo querían condenar a muerte sin pruebas, lo impidió.
Los judíos se comprometieron a no comer ni beber hasta que no hubieran matado a Pablo. Lisias, para desembarazarse del problema, envió a Pablo a Cesarea, para que el procurador Félix se hiciera cargo del preso. Dos años estuvo preso (58- 60) en la cárcel de Cesarea.
Festo, sucesor de Félix, quería que Pablo fuera juzgado de nuevo por el Sanedrín. El Apóstol apeló al César y fue enviado a Roma (Hch 25, 10ss).