D. José Guerra Campos
El octavo día
Editorial Nacional, Torrelara, Madrid, 1973
El Padre Santo, en su discurso del 23 de junio, dijo: «Algunos piensan que la Iglesia debería renunciar incluso a las certezas adquiridas para dedicarse únicamente a escuchar las aspiraciones del mundo.» Y el 29 de junio: «Ya no se confía en la Iglesia; se confía en el primer profeta profano que nos viene a hablar desde algún periódico o desde algún movimiento social.» He aquí una ilustración pintoresca de las palabras del Papa: si vamos mundo adelante y entramos en las habitaciones de algunos, pocos, sacerdotes y religiosos, comprobaremos que han desaparecido las imágenes de Jesús, de María y de los santos, y ocupan su puesto las de Che Guevara o de Mao Tse-Tung.
Hemos de vigilar, porque podemos vaciarnos de la fe por rendijas a las que no damos importancia, pero que dan entrada -como diría el Papa- al «humo de Satanás». Señales inconfundibles de que se está produciendo ese escape interior son la desgana misionera, la falta de aprecio de la fe y la vida religiosa por sí misma (no sólo por sus derivaciones temporales), el descuido y abandono de la comunicación personal con Dios (oración, sacramentos), la pérdida del sentido del pecado, que equivale al desprecio de la presencia y del amor de Dios.
Para terminar, recojamos otras dos notas señaladas por el Papa en el discurso antes citado: «Una falsa y abusiva interpretación del Concilio, que querría una ruptura con la tradición, incluso doctrinal»; un «pluralismo, concebido como libre interpretación de las doctrinas y coexistencia tranquila de afirmaciones opuestas…, prescindiendo de la doctrina sancionada por las definiciones pontificias y conciliares». (La marca del diablo aparece en que se reclama pluralismo en lo dogmático, que es palabra y verdad recibida de Dios, y en cambio se trata de imponer uniformidad en lo opinable: lo que son tácticas y planes humanos).
Reafirmemos nuestra fidelidad. Y que nos conforten las palabras de Jesús: «Confiad, Yo he vencido al mundo» (5); las palabras de San Juan: «Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe» (6); las palabras de San Pablo: «Fiel es el Señor, que os confirmará y guardará del maligno” (7).
(21 de agosto de 1972).
Notas:
(5) Jn. 16, 33.
(6) 1ª Jn. 5, 4.
(7) 2ª Tbes. 3, 3.