Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?» Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde». Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo». Simón Pedro le dijo: «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza». Jesús le dijo: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos». Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios». 

Mossèn Manel

* “Cristo fue ante sus contemporáneos el promotor de la verdadera dignidad de la mujer y de la vocación correspondiente a esta dignidad” (San Juan Pablo II)

* La Católica Francia fue derrotada por la Revolución Francesa que introduce el indiferentismo en los Estados y el laicismo en la vida social.

* “Ellos han hecho en honor de tus dioses todo lo que abomina y detesta el Señor; incluso prendieron fuego a sus hijos e hijas en honor de sus dioses” (Deuteronomio).

* “Yo siempre estoy de vacaciones porque vivo en la casa de Nuestro Padre que está en los Cielos” (Armonía Cartujana).

* Y así como nuestra voluntad al amar, produce el amor de lo que ama, así el Padre y el Hijo, amándose eternamente, producen (espiran) un amor que es el Espíritu Santo, consustancial al Padre y al Hijo.

* El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se identifican en su única esencia divina, pero no se identifican entre sí, porque no constituyen una sola persona, sino tres personas distintas.

* En las tres divinas personas no hay prioridad ninguna de tiempo, sino de origen. El Padre es la primera persona, que no procede de nadie, y por eso se llama Ingénito, no engendrado. El Hijo es la segunda persona, que procede eternamente del Padre por generación intelectual; se le llama Unigénito, el Verbo, la Palabra.