«Todos los frailes sean benignos y ejemplares, no juzgando a los demás, sino a sí mismos; en el tiempo libre ocúpense en la oración, huyendo del mucho hablar» (II R IV, 30).
«La causa de toda perturbación consiste en que nadie se acusa a sí mismo. Los santos nos enseñan que esta acusación de sí mismo es el único camino que nos lleva a la paz» (S. Doroteo).
«Todos piensan cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo.