Padre Manuel Martínez Cano, mCR
He dado los puntos de meditación, de los ejercicios de San Ignacio de Loyola, a las Madres Capuchinas de Chauchina (Granada). Una tarde, estaba ante el Santísimo Sacramento. Entra una anciana a la ermita, se planta frete a la Virgen del Espino y clama: ¡Madre mía! Se sienta en un banco. Sale a los pocos minutos. Y, al pasar junto a mí, me dice: padre yo siempre estoy hablando con la virgen. Cuando voy a acostarme por la noche, cierro la puerta y le digo a la Virgen: Hija mía, estando contigo, duermo tranquila. Sigue leyendo