iglesiaPapa Francisco

Mirar al Pueblo de Dios, es recordar que todos ingresamos a la Iglesia como laicos. El primer sacramento, el que sella para siempre nuestra identidad y del que tendríamos que estar siempre orgullosos es el del bautismo. Por él y con la unción del Espíritu Santo, (los fieles) “quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo” (Lumen gentium, n. 10). Nuestra primera y fundamental consagración hunde sus raíces en nuestro bautismo. A nadie han bautizado cura, ni obispo. Nos han bautizados laicos y es el signo indeleble que nunca nadie podrá eliminar. Nos hace bien recordar que la Iglesia no es una elite de los sacerdotes, de los consagrados, de los obispos, sino que todos formamos el Santo Pueblo fiel Dios.

Cardenal Robert Sarah

¿Por qué tantos católicos occidentales no están dispuestos hoy a llevar una vida santa?, ¿por qué a veces se niegan deliberadamente a tratar de ser santos? ¿Por qué rechazan su valioso patrimonio multigeneracional de la fe con tal facilidad, sin ningún tipo de remordimiento?

Principalmente por dos razones. La primera es que la santidad es considerada como prerrogativa de unos pocos, de algunos que son perfectos. Cuando Jesús llamó al primer apóstol, Pedro, que fue quien le traicionó al encontrarse en peligro de muerte… él era cualquier cosa menos perfecto. San Juan Pablo II a lo largo de su papado ha tratado de hacernos entender que la santidad se encuentra en la vida diaria para todo el mundo: mientras que lo deseemos y mientras que tengamos el compromiso de seguir verdaderamente a Cristo. En esencia, la santidad no es una llamada a las personas a cambiar el mundo, o a hacerlo mejor. La santidad es una llamada a los que aman a Dios y que permiten entrar a Dios en sus corazones y vivir la caridad, es decir, el amor de Dios, todos los días de su vida.

Cardenal Müller

Junto a ello, como se ha hecho en otras naciones, deben ser igualmente decididas la acciones de prevención y deben aplicarse políticas eficaces de protección de los menores que han sido objeto de abusos, mediante medidas sicológicas, médicas y pastorales eficaces, que incluyen como elemento esencial la reparación de los males provocados. (…) Estimados hermanos obispos, demos gracias al Señor por todos los dones que ha hecho a la Iglesia y todo el bien que ella ha realizado en bien de los habitantes de esta tierra bendita. El Señor nos da muchos motivos de alegría, pero como todos sabemos, esa alegría tiene siempre sus raíces en forma de cruz. Pidamos a nuestra Madre del Cielo, en la advocación del Carmen, reina y patrona de Chile, que nos haga siempre ser fieles a su Hijo y a la Iglesia que Él nos dejó como sacramento de salvación.

Cardenal Camillo Ruini

Dios es, ciertamente, uno solo. Las diversas religiones, sin embargo, tienen de Él ideas muy diversas. Jesús mismo ha reivindicado tener una relación única con Dios, que se expresa en la palabra «hijo». Y Dios ha confirmado esta pretensión inaudita de Jesús, resucitándolo de entre los muertos. La pretensión no viene de nosotros, viene de Cristo.

Cardenal Joâo Braz de Aviz

No se puede aceptar a una Iglesia que acepte que sus personas tengan un poco del evangelio y un poco de una cultura contraria al evangelio. Aquello que es contra el evangelio hay que quitarlo, mientras que aquello que es del evangelio hay que cogerlo. Y eso no sólo en los bautizados en modo general, pero también en nosotros, cardenales, obispos y sacerdotes, que estamos alrededor del santo padre.