angela de la cruzLos discípulos de Jesús habían observado cómo el Señor, con cierta frecuencia, se retiraba a orar y, ellos que pretendían parecerse a Él, no sabían cómo hacer para dirigirse a ese Padre al que tantas veces Él invocaba y del que hablaba con cariño filial.

Por eso le dijeron a Jesús: «Señor, enséñanos a orar” y Jesús, que hacía siempre fáciles las cosas que parecían complicadas les dijo:

Cuando oréis, decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan…” (Lc. 11, 2)rezar

 

 

 

 

Es decir, la oración que nosotros conocemos como «El Padrenuestro» y que Jesús nos invita a rezar con perseverancia.

Si acudimos al ejemplo de Santa Ángela de la Cruz, nos daremos cuenta de que su oración fue también sencilla y perseverante.

Desde que amanecía ofrecía a Dios todas sus palabras y acciones del día y todo lo convertía en oración, como ejemplo veamos este párrafo escrito por ella en un cuadernillo de ejercicios en 1897:

 

«Te ofrezco también mi alma con sus potencias, mi cuerpo con sus sentidos, mi corazón con sus afectos, mi vida con sus acciones; todo cuanto soy y tengo, sin desear ni querer ni apetecer más que amarte, servirte y agradarte y hacer tu voluntad santísima todos los instantes de mi vida».

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Cuando rezaba en comunidad le gustaba que sus oraciones estuviesen bien pronunciadas y que fuesen oraciones sencillas: «Las oraciones vocales bien pronunciadas aunque tenga la boca mala». (Ella, a veces, padecía de molestias en la boca a causa de una infección que tuvo de joven).

Hacía numerosas «comuniones espirituales» durante el día y las jaculatorias al Señor y a la Santísima Virgen eran constantes. Se consideraba tan «nada» que ponía siempre como intercesores a los ángeles y a los santos, sobre todo a San José y la Virgen María.

Todas las casas que se fundaban se ponían siempre bajo la protección de algún intercesor en el cielo a quien la comunidad invocaba frecuentemente, sobre todo, ante cualquier problema o necesidad que surgiera.

Tuvo siempre como Superiora de la Compañía a la Santísima Virgen a la que veneraba con amor filial desde pequeñita. En una oración compuesta por ella, entre otras cosas, le decía:

 

«Queridísima Madre de mi alma:maria.jpg

Ya sabes que eres mí

Madre, mi Superiora y

mi Maestra. Tú, gobierna

todo lo que está a mí

cargo; corrige, enseña y

manda todo lo que Dios quiere que se corrija, enseñe

y mande.

… yo no tengo que pensar más que en ser tuya…

te pido me cubras con tu santo manto y toda mí

vida la pase sin salir de él… »

 

 

Mayor sencillez no cabe, es la hija cariñosa que se dirige a su Madre con toda la confianza, a la que la quiere sin medida.

La fortaleza de su vida interior era fruto de su perseverante oración. Ella oraba siempre: con la Comunidad en su horario, en los actos de culto, en sus visitas privadas al Santísimo, a veces incluso levantándose de madrugada, pero siempre procurando pasar inadvertida y parecer un alma corriente.

Sor Ángela de la Cruz rezaba y todo lo ponía en manos de Dios y, a veces, se abstraía tanto de todo lo que le rodeaba que parecía no fuera de esta tierra y, abrazada a su cruz, estuviera absorbida por Dios.

 

La hermana María Rosa de la Cruz, que vivió con ella, nos dejó el siguiente testimonio:

«Un día que entraba de la calle, al entrar a hacer la visita al Santísimo, vi a la Sierva de Dios en oración, pero con tal recogimiento que se le veía al exterior estaba arrebatada y a pesar de que me detuve delante de ella, no me vio. Creí que estuviera en éxtasis.

En las funciones sagradas se manifestaba con grandísima devoción y recogimiento y así en la recepción de los Sacramentos».

Así era la oración de Sor Ángela, como veíamos: sencilla y perseverante pero habría que añadir: humilde y confiada. Como de una hija cariñosa que se dirige a su Padre o a su Madre con toda la confianza de la que lo pone todo en sus manos. Siempre tuvo presente la oración «modelo» que nos enseñó Jesús…

Padre que se haga tu voluntad, danos lo que necesitemos y perdónanos porque, a veces, te fallamos y líbranos de todo mal.

En una carta del año 1929 decía Madre Ángela:

«Si conseguimos ser alma de oración nos santificaremos y ayudaremos a la santificación del prójimo».

A nosotros no nos queda más que decir Amén y pedirle al Señor que nos enseñe también a orar.

Luis Cornello Espina, sdb

 

Novena a santa Ángela de la cruz

Dios de toda bondad, que iluminaste a

Santa Ángela, virgen, con la sabiduría de la cruz,

para que reconociese a tu Hijo Jesucristo en los

pobres y enfermos abandonados, y los sirviese

como humilde esclava. Concédenos la gracia que

te pedimos por su intercesión, en esta novena.

Así también, inspira en nosotros el deseo de

seguir su ejemplo, abrazando cada día nuestra

propia cruz, en unión con Cristo crucificado y

sirviendo a nuestros hermanos con amor.

Te lo pedimos por el mismo Jesucristo,

Hijo tuyo y Señor nuestro. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.angela de la cruz