En las supuestas apariciones de Medjugorje, (dijo supuestas pues la Iglesia aún no se ha pronunciado sobre ellas) la Santísima Virgen, nos pide que recemos con el corazón y ¿cómo es esto de rezar con el corazón?
¿Qué es rezar? Rezar es elevar el alma a Dios. Orar es hablar con Dios. La vida de oración es estar siempre en presencia de Dios. Es estar seguro de que Dios está siempre a tu lado, que te mira, y te escucha.
Este pasado verano, mi cuñado Joaquim, le pidió a mi marido Antonio, si podía acompañarlo a esa tierra tan bendecida por Dios como es Medjugorje y ya os podéis imaginar su respuesta, que fue sí. Yo con pena en el corazón me quedaba en casa con los niños.
Pasaban los días y se acercaba el viaje de mi marido para Medjugorje, y yo estaba con una relativa conformidad en quedarme en casa, pero el día anterior de su partida yo sentía que la Virgen me llamaba con mucha fuerza y el corazón se me encogía por no poder ir. Antonio me dijo que llamaría a Oriol, la persona encargada de la peregrinación, y si la Virgen me quería a su lado habría un pasaje para mí. Cuál fue mi sorpresa cuando así fue y me puse a llorar de alegría por ello.
Entre los peregrinos se entabló una gran amistad, y en las tertulias de la noche, se exponían diversas preguntas y una de ellas era ¿Cómo se reza con el corazón, y se olvida uno de las preocupaciones? Pues la Virgen pide que recemos por sus intenciones y ella ya se ocupará de nuestros problemas. ¿Cómo puedes dejar los problemas aparte y estar allí, al lado de la Virgen y no acordarte de ellos?, pues la persona es una sola, con sus problemas incluidos y éstos no se pueden dejar aparte, como si se pudieran cogerlos y meterlos en una caja con un gran lazo rojo y no pensar más en ellos. Esto es imposible ¿entonces cómo rezar con el corazón?
Pedí la palabra para explicar lo que yo creía, pero antes, como tengo por costumbre, hice una pequeña oración al Espíritu Santo para que no saliera de mi boca ninguna palabra, si no era inspirada por el Señor, y dije primero que Dios y la Virgen nos quieren tal como somos, con nuestros problemas incluidos, todo en un solo pack, y luego expliqué que cuando hice la primera comunión, mamá me enseñó que pidiera por papá, mamá, los hermanos… Luego pasó el tiempo y me enamoré y me casé y formamos una familia, y entonces pedía al Señor por otras necesidades como son mi marido, los hijos, los problemas de casa… pero cuando al ir creciendo en la fe, me di cuenta de que en los ratos de oración que paso con el Señor, ya le he repetido mil veces todos los problemas y Él ya los conoce todos, y llega un momento en que te preguntas ¿cómo voy a dejar pasar el poco tiempo en que Cristo está dentro de mí en la Sagrada Comunión, sin decirle mil veces que le quiero con toda mi alma y mi corazón, y no aprovechar este encuentro con Él por explicarle mis problemas que Él ya conoce? Debemos pedirle a María, nuestra madre, que nos enseñe a amar a su Hijo como Ella lo ama.
Otro ejemplo que expuse es que cuando mi marido y yo estamos juntos durante el día, hablamos de todos nuestros problemas y alegrías, los niños y sus cosas, la hipoteca, como llegar a final de mes…, pero cuando, cansados de todo un día de trabajo, y por fin estamos solos, los problemas quedan fuera de nuestras conversaciones y solo estamos él y yo. Pues esto es más o menos lo que es rezar con el corazón. Cuando estés rezando dejarlo todo en manos de la Virgen, pues ¿quién mejor que ella conoce y puede solucionar nuestros dolores y sufrimientos? Ofrecer a la Virgen todos nuestros problemas, y poner nuestra confianza en ella, puede ser muy meritorio, porque reconocemos delante del Señor nuestra pequeñez y confiamos que la Gospa tendrá una solución para aquello que nosotros no podemos alcanzar por nosotros mismos.
Ayuda mucho rezar despacio y meditando lo que se dice, pensar que si tuvieras al Señor y a tú Santísima Madre delante de ti ¿cómo les hablarías? Con calma, sin prisa, suplicando su ayuda para los tuyos y para los demás. Cuando me doy cuenta de que he pronunciado una oración sin darle sentido a las palabras, sin centrar la mente en lo que digo y sin hacerlo “con todo el corazón, con toda el alma y con todas mis fuerzas” (cf. Dt 5,6), aplico un recurso que me ha servido mucho: detenerme y repetir la plegaria, con toda tranquilidad. Una oración vocal debe brotar del corazón y ser pronunciada ante Dios con fe y atención para que pueda llamarse oración y para que sea poderosa. El poder de la oración no está en pronunciar determinadas palabras con los labios, sino en hacerlo con el corazón con plena conciencia y dirigiéndose con fe a Dios Nuestro Señor.
Termino con unas palabras de Papa Francisco ”Un corazón habitado por el afecto por Dios convierte en oración incluso un pensamiento sin palabras, o una invocación delante de una imagen sagrada, o un beso enviado hacia la iglesia. Es bello cuando las madres enseñan a los hijos pequeños a mandar un beso a Jesús o a la Virgen. ¡Cuánta ternura hay en eso! En aquel momento el corazón de los niños se transforma en lugar de oración”
La mejor ayuda para rezar bien es estar en gracia de Dios, como pide la Virgen en sus mensajes, confesarse con frecuencia; así al estar llena de Dios nuestra alma, le es más fácil rezar con el corazón.
