iglesia

Papa Francisco

Dos memorias se nos pide cuidar en nuestro pueblo. La memoria de Jesucristo y la memoria de nuestros antepasados. La fe, la hemos recibido, ha sido un regalo que nos ha llegado en muchos casos de las manos de nuestras madres, de nuestras abuelas. Ellas han sido la memoria viva de Jesucristo en el seno de nuestros hogares. Fue en el silencio de la vida familiar, donde la mayoría de nosotros aprendió a rezar, a amar, a vivir la fe. Fue al interno de una vida familiar, que después tomó forma de parroquia, colegio, comunidades que la fe fue llegando a nuestra vida y haciéndose carne. Ha sido también esa fe sencilla la que muchas veces nos ha acompañado en los distintos avatares del camino. Perder la memoria es de arraigarnos de dónde venimos y, por lo tanto, nos sabremos tampoco a dónde vamos. Esto es clave, cuando desarraigamos a un laico de su fe, de la de sus orígenes; cuando lo desarraigamos del Santo Pueblo fiel de Dios, lo desarraigamos de su identidad bautismal y así le privamos de la gracia del Espíritu Santo.

Cardenal Robert Sarah

La misericordia, superficialmente entendida por muchos como un borrón de sus pecados. Sin embargo, no hay perdón si no hay arrepentimiento. Jesús no dijo a la adúltera: «Bueno, ve y sigue haciendo lo que está haciendo, ya que te perdono. ¡No! Debido a que se arrojó a sus pies y le pidió perdón, dice: «Vete y no peques más». Sólo si entendemos esto podemos gozar plenamente de los frutos que el Jubileo de la Misericordia nos ofrece. El Santo Padre ha dicho muchas veces: es cierto que Jesús siempre va delante de nosotros y nos espera con los brazos abiertos. Pero ¡nos corresponde a nosotros avanzar también hacia Él! Jesús murió en la cruz, con los brazos extendidos hacia todos: Murió pidiendo el perdón del Padre para nosotros. ¿Quién puede hacer esto, sino sólo Dios mismo? ¿Cómo no lo podemos reconocer?

Cardenal Charles Maung Bo

Un peligro mortal más grande que la bomba atómica y que el terrorismo, se yergue sobre la humanidad entera; porque algunas naciones han optado por el camino de la destrucción de la familia a través de las leyes.

Cardenal Sandri

No conocemos los planes de Dios, pero ciertamente Él actúa en la historia y conduce muchas veces hacia soluciones que ni siquiera podríamos imaginar.

Cardenal Luis Martínez Sistachs

El silencio es necesario para encontrarnos a nosotros mismos y para descubrirnos auténticamente; nos ayuda a mirar el pasado con ecuanimidad, el presente con realismo y el futuro con esperanza. El silencio nos permite contemplar a Dios, a los hermanos y la naturaleza con unos ojos nuevos y nos ayuda a proyectarnos hacia los demás con más generosidad.